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R. H. M
Domingo, 15 de enero 2017, 00:58
Según su círculo más cercano, en los últimos años nadie de su familia ha visitado en la cárcel a Francisca González. «Solo iba a verla su madre, que falleció hace ya algún tiempo. Fue la única que la perdonó por lo que hizo. Ni su hijo ni sus hermanas quieren saber nada de ella». Prueba evidente de que el verdadero amor de madre no tiene límites. «Ella fue quien le dijo que había sido abuela y la mantenía informada sobre lo que pasaba en el exterior». La mujer que le dio la vida era la única persona de su familia capaz de volver a mirarla con amor, pese a cargar con la enorme pena de haber perdido a sus dos nietos pequeños a manos de su propia hija. Al fin y al cabo, para ella nunca dejó de ser 'su Paquita'.
Las mismas fuentes aseguran que, a finales de septiembre, cuando a la parricida de Santomera le concedieron el primer permiso penitenciario de fin de semana, sus allegados temían que apareciera por el pueblo. «Si se atreviera a venir, no sale viva», sentenciaban algunos vecinos de una localidad que sigue llorando la muerte de Francisco Miguel y Adrián Leroy. Pero no fue así. Francisca González puso kilómetros de distancia y pasó sus únicos tres días de libertad desde enero de 2002 fuera de las fronteras de la Región. Al parecer, con unos amigos que conoció durante su estancia en el centro penitencario de Villena, los mismos que fueron a recogerla a la cárcel de Campos del Río. «Ni fue a Santomera ni estuvo con nadie de su familia; mucho menos con su hijo». Y es que Paquita no solo está condenada por la Justicia, también por su gente de siempre y por los vecinos de su pueblo, que aún no dan crédito a la horrible noticia con la que amanecieron sus calles aquel frío sábado de enero que nadie olvida, a pesar del paso del tiempo. Aquel trágico desenlace marcó un antes y un después en la historia de Santomera, un municipio 'manchado' desde entonces por la huella del horror.
Paquita, la parricida de Santomera, lleva ya 5.471 días entre rejas y aún le queda mucho para cumplir la condena de 40 años que dictó la sentencia de la Audiencia Provincial. Nadie de su entorno familiar sabe qué planes tiene en mente para su futuro, pero lo que no se espera es que vuelva a aparecer por el pueblo que la vio nacer.
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