«Perdón y gracias»

Decía un jesuita amigo mío que la forma más fácil de cambiar el mundo sería muy simple: que todos pidiésemos perdón a diario por nuestros errores y diésemos las gracias. Hoy le voy a hacer caso a rajatabla y, aunque no vaya a cambiar el mundo, sí me sirva al menos para despedirme de todos los que habéis trabajado conmigo en los servicios de emergencias durante estos ocho años.

Ocho años son suficientes para llevar a cabo un proyecto y creo que éste es el momento de irme a casa. Gracias a vosotros se ha modernizado el servicio con los excelentes mimbres que ya había, y también con vuestra excelente labor habéis hecho que el servicio sea un referente en España y en toda Europa.

Pero quiero daros las gracias por todo lo que he aprendido de vosotros estos años, por vuestro ejemplo, por vuestra entrega y por vuestra humanidad y compasión hacia todas las personas que habéis ayudado y consolado de forma admirable cada día de estos ocho años.

Tener el privilegio de estar junto a vosotros cambia la vida de las personas y por ello os doy infinitas gracias, por hacerme ver las cosas que verdaderamente merecen la pena. Os estoy infinitamente agradecido y jamás os olvidaré, compañeros.

Quiero también pedir perdón a aquellos que hayan podido pensar que no estuve a la altura, que no los atendí como debieran o que en la tensión del momento entiendan que debí hacer o decir las cosas de otra manera, o aquellos que no hayan podido compartir mis decisiones. No fue mi intención herir a nadie. A todos ellos les pido perdón de corazón.

Me voy a emprender un nuevo rumbo profesional y seguro que a muchos os seguiré viendo. A todos, gracias por vuestra ayuda y por vuestra paciencia, me llevo de vosotros un recuerdo imborrable y el ejemplo de lo que son verdaderos héroes.