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Jorge García Badía
Viernes, 14 de noviembre 2014, 01:23
Cuando era pequeño contemplaba con admiración cómo su padre, Diego 'El del Hospital', trasladaba a los enfermos hasta el centro sanitario y asilo de la Real Piedad de Cehegín, sin dejar de cumplir puntualmente como chófer de las monjas. Incluso si hacía falta les llevaba las compras. Norberto G.V. se formó en el colegio Virgen de las Maravillas mientras su padre le fue inculcando en su ADN cómo debe comportarse un chófer.
En 1988 se subió por primera vez a un autobús, convirtiendo su trabajo en una pasión que después de la fatídica noche del 8N en la Venta del Olivo no deja de martillear su conciencia. «Me dediqué al transporte porque mi padre era transportista. Por eso me gusta la carretera, por mi padre, que en paz descanse. Me fui sacando mis carnés poco a poco. Es el primer percance que sufro en todos mis años. Estoy muy afectado, muy mal. Esto es muy gordo».
Mientras Norberto atiende a 'La Verdad' en el descansillo de su casa de Caravaca de la Cruz, le faltan palabras y fuerzas para describir la magnitud del accidente que se cobró la vida de catorce vecinos de Bullas y que le ha supuesto su imputación por los presuntos delitos de homicidio imprudente y lesiones. Su mujer, Encarna R.T., asegura que «él está mal ahora, mañana y lo seguirá estando dentro de un mes».
De hecho, tras haber recibido el alta en el hospital Comarcal del Noroeste, donde fue atendido de arritmias cardiacas, ansiedad y de las lesiones que le causó el impacto del bus, sigue recibiendo atención médica. «Estoy 'condolido' por todo el cuerpo. Tengo fuertes dolores en la espalda, muchos hematomas y la rodilla izquierda la llevo vendada».
Ese malestar lo alivia la medicación, pero no hay pastilla que pueda atajar sus problemas para dormir, fruto de los recuerdos del accidente, como tampoco los tics y la sudoración que muestra cuando habla del siniestro para este diario.
«Estoy intentando recuperarme poco a poco, ir saliendo. Lo mío en el transporte siempre ha sido hablar con la gente y lo que más me interesa es el público. Ellos me han mantenido en la vida», resalta el chófer, al que han retirado el carné de conducir que antaño le permitió darse a conocer por todo el Noroeste haciendo portes. Lo hizo en la primera empresa para la que trabajó: Autocares J. Martínez de Caravaca.
«Empezó muy joven»
El fundador de la extinta empresa, Juan Martínez, explicaba ayer que «estuve trabajando con Norberto ocho o nueve años. Íbamos en el mismo autobús cubriendo rutas a Francia e Italia. Llevábamos a vecinos de Cehegín, Caravaca de la Cruz y Moratalla para que trabajasen en la vendimia y en la manzana. Empezó muy joven, pero es un conductor muy seguro y en los años que estuvo conmigo nunca tuvo ningún roce». Este conductor ya jubilado es uno de los que no ha dudado en telefonear a Norberto: «Me dijo: 'Eché mano a los frenos y no respondieron'. Y yo le creo. Veo que está muy fastidiado y desorientado».
Y no exagera, ya que el propio Norberto reconocía ayer que tendrá que recibir atención psicológica. «Piensas mucho, pero tienes que intentar seguir y afrontar todo lo que viene ahora». De momento, y tras haber permanecido recluido durante 72 horas, a caballo entre su domicilio y la casa de su cuñada, Norberto comenzó ayer a hacer «gestiones» con su abogado en Murcia. «No he visto la televisión ni la prensa».
Aunque antes de reaparecer públicamente ha visitado uno a uno a los vecinos de su bloque y les ha explicado personalmente lo que ocurrió.
Así lo afirmaba ayer Antonio Pérez, que regenta el comercio Enmarcaciones Alameda, justo al lado del piso del matrimonio. «Habló con su vecina Esperanza, entró llorando a su casa y se echó a sus brazos». A todos les ha dicho que «fallaron los frenos».
En la conversación de Norberto con este diario, quiso aclarar que a su salida del juzgado no hizo una 'peineta'; «solo me tapaba para que no me fotografiasen». Además quiso agradecer «el apoyo» que está recibiendo de familiares, amigos y profesionales del sector.
Tanto es así que la noche del miércoles fueron a visitarle conductores de autobuses y taxistas de la comarca. «Cuando recuperé el móvil, fue ponerlo a cargar y no sé cuántas llamadas tenía: cincuenta mensajes, WhatsApps... Ahí está la prueba de lo que me quieren», resaltaba.
También ha hablado con Ginés Martínez, el copiloto que le acompañaba la noche del accidente, y que aseguró ante la Guardia Civil que se despertó cuando Norberto empezó a gritar: «¡Ginés, esto no frena!, ¡Dios mío!, ¿cómo lo paro?».
«Sé lo que ha dicho», confirma el imputado. Incluso ha mantenido ya una conversación con el hijo del empresario J. Ruiz de Calasparra, que le contrató para cubrir el viaje al convento madrileño de la madre Maravillas de Jesús. «Me llamó para mandarme apoyo y ánimo».
En la empresa están deseando prestar declaración y esperan que las pruebas periciales corroboren el visto bueno que recibieron, unas horas antes del viaje, los frenos en la ITV de Alcantarilla. Según fuentes próximas a la compañía, están colaborando «desde el minuto uno» con los investigadores, y tras el siniestro acudieron a la Venta del Olivo, recuperando documentación entre los restos del bus, y se los entregaron a la Benemérita.
Currículum brillante
Norberto insistió ayer en la versión que el lunes ofreció ante la juez: «Eso ahí está. Declaré y le dije lo que tenía que decir. Mi versión está escrita y firmada. Dije lo que realmente pasó. Que decida el juzgado». Este taxista autónomo, habitual por la Gran Vía y la calle Encomienda de Santiago de Caravaca, y que antaño trabajó en cuatro empresas de autocares cubriendo rutas nacionales, internacionales y transporte escolar y de discapacitados, subrayó ayer que tras entrar en vigor la Ley 17/2005 que regula el permiso de conducir por puntos «me premiaron con tres puntos; pasé de 12 a 15 por mi profesionalidad».
Un sentimiento que le llevó a asegurar que «el tiempo dirá» si volverá a conducir. «Eso es el tiempo el que lo decide todo; no sabes lo que puede pasar mañana ni pasado».
Al concluir la conversación con 'La Verdad' se marchó hacia la estación de autobuses de Caravaca de la Cruz para charlar un rato con sus compañeros, que le ofrecieron renovadas muestras de solidaridad y afecto. Norberto cerró la entrevista con un ruego que no se le va del pensamiento desde el pasado sábado: «Deseo a los heridos que se vayan recuperando. Todo mi apoyo para ellos. Doy también mis condolencias a los familiares de los fallecidos. Lo siento. Estoy con ellos; yo no me he apartado. Aquí estoy».
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