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Ricardo Fernández
Lunes, 10 de noviembre 2014, 00:54
Si fallaron o no los frenos del autobús, como el conductor aseguró nada más ocurrir la tragedia, será algo que acabarán por determinar los expertos que sometan al vehículo a las pertinentes pruebas periciales. Pero los primeros datos arrojados por la investigación apuntaban ayer a un supuesto exceso de velocidad que, ligado a una hipotética distracción, habría desembocado en una pérdida de control del vehículo por parte del chófer, quien ya no pudo impedir que el autocar destrozara el quitamiedos y se precipitara por un desnivel de unos veinte metros, dando varias vueltas de tonel.
Según esa teoría, que deberá ser confirmada o desmentida por los datos que vayan surgiendo conforme avance la investigación, el autobús regresaba a Bullas desde Madrid, llevando en sus asientos a medio centenar de vecinos que habían participado en una excursión al Cerro de los Ángeles. Allí había recordado a la mística María Maravillas de Jesús, quien estuvo estrechamente vinculada a la localidad de Bullas, pues solía pasar largas temporadas en la zona de Carrascalejo junto a sus abuelos.
La expedición, compuesta por un centenar de fieles, repartidos en dos autobuses de la compañía J. Ruiz de Calasparra, emprendió el camino de retorno ya bien avanzada la tarde y poco antes de la once y media de la noche habían entrado en la Región de Murcia. Estaba previsto que para poco después de la medianoche estuvieran entrando en sus casas.
Sin embargo, la tragedia se desató cuando apenas faltaban sesenta kilómetros para alcanzar el punto de destino. Los conductores de los dos autocares abandonaron la autovía A30 y tomaron la salida de Calasparra, con la intención de coger la carretera ... que habría de llevarles hasta Bullas. Pero uno de los vehículos no pudo trazar la curva, saltó sobre el quitamiedos y fue a preicpitarse por un barranco, dando vueltas, hasta detenerse sobre uno de sus costas en una especie de explanada rodeada de carreteras.
El padre de una de las mujeres que viajaban en el autobús y que resultaron heridas explicó un par de horas después que su hija, con la que había logrado intercambiar unas palabras antes de ser trasladada a un hospital, le había asegurado que escuchó al chófer exclamar: «¡Los frenos no me responden!». Al parecer, su grito desesperado habrían ido dirigido a su compañero de viaje, otro conductor profesional con el que se había ido relevando durante el trayecto.
La hipótesis de un posible fallo en el sistema de frenado se veía reforzada por la ausencia de huellas de neumático en la calzada, ya que el autobús se precipitó contra el quitamiedos, ya en vía libre hacia el barranco, sin dejar rastro de su paso sobre el asfalto.
Con todo, y pese a ello, los especialistas de la Guardia Civil de Tráfico que ya en esas primeras horas comenzaron a analizar el escenario de la tragedia llegaron a la conclusión preliminar de que el vehículo habría salido a excesiva velocidad de la autovía y que entró en la curva a unos 90 km/hm, lo que explicaría que el conductor hubiera hecho 'un recto' para acabar cayendo por el desnivel.
En esa misma línea apuntó ayer el delegado del Gobierno en la Región, Joaquín Bascuñana, quien a su llegada a Bullas explicó a los periodistas que el exceso de velocidad era la causa más probable barajada por los investigadores. Igualmente reseñó que, por esa razón, el conductor había sido imputado por homicidio imprudente -serían hasta el momento catorce los supuestos delitos que se le atribuirían- y lesiones, a razón de un presunto delito por cada uno de los viajeros que sufrieron heridas.
En la zona del accidente había varias señales de limitación de velocidad. Concretamente, en el carril de salida de la autovía A-30 -para incoporarse a la carretera de Calasparra- hay una señal que limita a 100 kilómetros por hora, seguida por otra que rebaja la limitación a 80 km/h. Poco después, todavía a varios metros de la curva donde se despeñó el autobús, una señal limita ya a 60 kilómetros por hora. La advertencia más cercana al lugar del siniestro impide circular a más de 40 km/h.
En manos de una juez de Cieza
Las diligencias judiciales están siendo coordinadas por la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Cieza, que se encontraba en funciones de guardia cuando se produjo el accidente, poco antes de la medianoche del sábado. Ya en ese mismo momento se trasladó hasta el escenario de la tragedia, acompañada de la secretaria judicial y del forense de guardia, para supervisar el levantamiento de los cadáveres -los de los diez pasajeros que fallecieron en el acto- y empezar a dirigir la investigación.
A su llegada supervisó las labores de inspección técnicopolicial, realizadas por un equipo de Policía Científica de la Guardia Civil de Murcia, así como el inicio de los trabajos de identificación de fallecidos por parte de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Murcia .Los cuerpos de las diez víctimas mortales fueron trasladados a Murcia para completar las labores de identificación. Conforme transcurrían las horas fue aumentando el número de fallecidos, hasta los catorce que constituyen el trágico balance final del accidente.
A lo largo de toda la jornada de ayer se fueron finalizando las autopsias y completando las labores de identificación de los fallecidos, lo que permitirá que hoy pueda celebrarse un funeral conjunto y que luego los restos puedan ser inhumados. A partir de ese momento, todos los esfuerzos se dirigirán a determinar las causas exactas del accidente y a establecer las posibles responsabilidades.
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