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LA TRIBUNA DE 'LA VERDAD'

La Unión cumple 150 años

FRANCISCO BERNABÉ

Miércoles, 6 de enero 2010, 01:42

Era el 1 de enero de 1860. Un día antes, el Ayuntamiento de Cartagena, cumpliendo la orden dada por el gobernador civil de Murcia, había acordado la segregación de las poblaciones de El Garbanzal, Herrerías, Portmán y Roche. Y fue en esa primera jornada de 1860, a la una de la tarde, en la casa del cura párroco de El Garbanzal -que se vino a constituir en la primera sede oficial del novísimo consistorio-, cuando nació oficialmente el municipio de la 'Villa de El Garbanzal'. Apenas ocho años después, y por mor del enorme crecimiento demográfico de las nuevas poblaciones del distrito minero, que de facto propició incluso la fusión física entre las dos más importantes y cercanas entre sí, El Garbanzal y Herrerías, la nueva localidad cambió por tal motivo su denominación para adoptar, desde entonces y ya para siempre, el de Ciudad de La Unión.

Y, claro está, surgió otra vez el mito de 'El Dorado'. Ése que acompaña a todas las ciudades mineras en cualquier lugar del mundo y al que, evidentemente, La Unión no fue una excepción. Gentes de toda España, en especial de Andalucía Oriental, acudían en masa en busca de fortuna a ese caudal inagotable de riquezas que se antojaba la Sierra Minera unionense. En menos de cuatro décadas la población del municipio, que en su nacimiento no alcanzaba las dos mil almas, sobrepasó los cuarenta mil habitantes, convirtiendo a la localidad en la tercera en importancia de la provincia.

Y, efectivamente, todo tenía una razón de ser, pues en verdad surgieron muchas y fabulosas fortunas al socaire de la que muchos ya llamaban la 'Nueva California' europea, con hechos y anécdotas tan extraordinarios que son más propios de incluirse en el catálogo de "'Las Mil y Una Noches' que en los anales históricos de una ciudad de la España decadente de entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Aunque no pretenden estas líneas, ni mucho menos, ser una crónica histórica, pues para ese fin ya tenemos afortunadamente grandes y gloriosos literatos, entre los que sin duda alguna destacan dos de ellos por encima de todos. Uno, el maestro Asensio Sáez, quien nos dejó su legado sobre la leyenda de la 'ciudad alucinante' a lo largo y ancho de su dilatada y magistral obra. Y otra, la genial poetisa María Cegarra, María de La Unión, cuyos excepcionales versos nos hacen sentir como ningunos otros el espíritu trágico y trascendente, pero también maravilloso, que subyuga a cuantos viven o se acercan a las estribaciones de esas montañas que dan origen, cobijo y razón de ser a La Unión.

En realidad, el objetivo de este escrito no es otro que el de recordar, el de celebrar, el de homenajear, el de, en definitiva, rendir honor y memoria a este siglo y medio de legendaria historia. Han sido ya varias las generaciones de unionenses que han pasado, pero La Unión siempre ha permanecido. Hemos conocido monarquías, repúblicas, dictaduras y democracias, pero La Unión siempre ha estado aquí, conformando con el paso de los años lo que hoy son unas raíces, unos valores y unas tradiciones que son los que conforman nuestra identidad como pueblo.

En este punto, me permito traer a colación unas palabras que pronunció hace un cuarto de siglo ese gran alcalde que fue Andrés Martínez Cánovas, quien en una entrevista a este diario dijo aquello de que «cuando se nace en La Unión, se nace minero». Obviamente, no se refería el bueno de don Andrés a que todos los hijos de La Unión vayamos a desempeñar en nuestras vidas el noble oficio de la minería, sino que hacía referencia a que la Sierra Minera es un lugar que da hombres y mujeres de espíritu y talante recio; a que los unionenses somos personas luchadoras, que sabemos lo que es el valor del esfuerzo y del sacrificio; a que, en definitiva, somos personas honradas que somos conscientes de que el trabajo es el único camino posible para conseguir nuestras metas. Y todo eso es lo que viene a conformar, en mi humilde parecer, el DNI genético de los ciudadanos de La Unión.

Es obvio que no son buenos momentos los que corren actualmente, más bien son malos o, incluso, muy malos. Pero, sin falsas modestias, debo decir igualmente que eso no nos puede asustar a los ciudadanos de La Unión. ¿Nos va a explicar alguien lo que es una crisis a los hijos de la Sierra Minera?, ¿nos va a decir algún experto lo que significa una época de recesión económica a una ciudad que ha vivido de la minería? Si por algo se caracteriza nuestra historia es porque a lo largo de la misma se han sucedido sin cuartel los tiempos de las luces y de las sombras, de los claros y de los oscuros, de la miel y de la hiel, y siempre, siempre, hemos salido adelante. Que a nadie le quepa ninguna duda de que también saldremos de ésta y lo haremos como siempre lo hemos hecho: con la cabeza alta, la mirada al frente y el paso firme. Es el tiempo de los valientes.

Por eso, vamos a mirar al futuro con optimismo y a iniciar el año con la intención de celebrar la efeméride como requiere la ocasión. A lo largo de 2010 se van a suceder sin descanso muy importantes acontecimientos, especialmente algunos de ellos, que van a suponer un antes y un después en la vida del municipio y también, porqué no decirlo, en la de la Región de Murcia, que se va a sentir muy orgullosa de la aportación que vamos a realizar para la imagen regional los diecinueve mil habitantes de esta localidad.

Me refiero, por un lado, a la inauguración esta próxima primavera del espectacular Parque Minero de La Unión, con la fabulosa 'Mina Agrupa Vicenta' a la cabeza, en el que vamos a poder contemplar 'in situ' cómo vivían y trabajaban los antiguos mineros, todo ello gracias a la visita a un total de siete yacimientos arqueológico industriales del siglo XIX que hemos recuperado para su explotación desde el punto de vista turístico y cultural. Queremos que La Unión vuelva a vivir de las minas, si bien, lógicamente, de una forma radicalmente distinta a como se hacía hace más de un siglo. Y la singularidad, excepcionalidad y máxima calidad que atesora el proyecto son sin duda sus mejores cartas de presentación para convertirlo en uno de los grandes hitos de referencia del turismo de nuestra Región. La magia de la Sierra Minera así lo exige y requiere.

Y el otro gran episodio que nos espera, indudablemente el de mayor repercusión mediática a todos los niveles, es el de las bodas de oro del Festival Internacional del Cante de las Minas, el certamen flamenco decano en número de ediciones a nivel mundial y, para una gran mayoría, también el mejor y más importante evento de cuantos se celebran en el mundo de lo jondo. Que estén tranquilos los cabales, les aseguro con total rotundidad que el conjunto de actos y reconocimientos que se van a celebrar este año en torno al cincuenta aniversario del Cante de las Minas van a suponer el mayor espectáculo jamás visto en la historia del flamenco. Pero es tanto lo que contar, que ello requerirá de un capítulo especial en el que narrar con mayor detalle los hechos más significativos.

Así pues, ahí quedan los desafíos. Les aseguro que para los unionenses, parafraseando al famoso tango, ciento cincuenta años no son nada, y que vamos a seguir adelante, siempre adelante, con todas nuestras fuerzas, que no son pocas. El reto lo tenemos muy claro: trabajando por La Unión, estamos trabajando por la Región de Murcia; haciendo grande a La Unión, estamos haciendo grande a la Región de Murcia. ¡Feliz aniversario!

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