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Ángel Zafra, en su almacén de Alhaurín de la Torre (Málaga). La foca es el símbolo de la red. :: SALVADOR SALAS
Una foca en Internet
MIRANDO A COPENHAGUE (4 DE 7)

Una foca en Internet

Ángel Zafra es el padre de 'Focax', una red social sobre medio ambiente. Cumple su primer año con mil seguidores

ESTER REQUENA

Martes, 15 de diciembre 2009, 11:28

Vegetariano desde hace veinte años, Ángel Zafra no sólo pone en su mesa productos verdes. Sus negocios y tiempo de ocio también están impregnados de este color. Fundaciones, asociaciones, ONG... se suceden sin parar en la vida de este «ciudadano global» nacido en Barcelona, pero afincado en Málaga. Hasta vivió un año en una favela de Sao Paulo (Brasil). «A lo único que aspiro es a dejar el planeta como me lo he encontrado», sentencia este empresario de 51 años dedicado a la construcción de casas con madera ecológica. Lo último que ha añadido a sus 'quehaceres' medioambientales: Focax, una especie de Facebook verde en internet o, como a él le gusta llamarla, «la red social de la comunidad consciente».

Una foca sobre una placa de hielo en el Ártico da la bienvenida a esta red. «¡Qué mejor que el símbolo del calentamiento de los polos para ser la imagen de este portal!», exclama su promotor escondido entre los tablones de los que saca tiempo para dar vida a su pequeña criatura cibernética.

La versión en pruebas de Focax levantó su persiana virtual hace un año en una nave industrial en Alhaurín de la Torre. Apenas se ha publicitado. El boca a boca ha sido muy efectivo: más de mil usuarios y organizaciones de todo el mundo ya se han registrado y comparten experiencias, proyectos medioambientales, acciones sociales... «Es mucho más que subir fotos y mantener el contacto con los amigos», matiza Ángel. Así, desde Villa Mercedes (Cazuca, Colombia) han solicitado voluntarios para construir 62 viviendas de emergencia durante las vacaciones de Semana Santa, mientras que Corredores con Causa -vinculada a Save the Children- han pedido deportistas interesados en el proyecto. Tampoco faltan los consejos medioambientales para reducir las emisiones de CO2 mientras se celebra la cumbre de Copenhague o convocatorias de manifestaciones verdes. «La ciberacción será la herramienta democrática del futuro», vaticina este ecologista tomando como base el presupuesto que los servicios de inteligencia de los países desarrollados destinan al rastreo de información por las distintas redes sociales.

Sin beneficios

Focax sólo es un «granito de arena más en un mundo cada vez más concienciado con el medio ambiente». De este proyecto no espera -ni quiere para sí- un euro de beneficios. «Sueño con que esta red social sea sostenible económicamente por sí misma, como sucede en Estados Unidos, donde es todo un fenómeno de masas con más de doce millones de usuarios». Por ahora su negocio de madera respalda la iniciativa y de él han salido los 600.000 euros de inversión. Hasta comparten oficina. Quizás sea paradójico que este material pueda financiar un portal verde. «Mi madera procede de bosques en los que se plantan siete árboles por cada ejemplar que se tala», se excusa Ángel recordando todas las certificaciones necesarias para una empresa de este tipo.

Si en su vida profesional domina el tema medioambiental, en su casa no iba a ser menos. Lleva a rajatabla el lema de que un hogar puede hacer tanto como un gobierno por el medio ambiente. Recicla todo lo que está en su mano, controla al máximo el gasto de agua y luz, sus electrodomésticos son de bajo consumo... Aunque no es perfecto. El coche se le resiste. Lo necesita para ir a trabajar al estar sus oficinas en un polígono industrial. Otra falta: en su vegetariana mesa tampoco aparecen muchos productos ecológicos. «Siempre como fuera y no puedo exigir el certificado de origen de todos los alimentos, porque si no no almorzaría». Los extremismos no van con él.

En su cartera de proyectos, más bien en el congelador, guarda un proyecto para crear una granja biodinámica en Cazorla. Algo así como el siguiente paso a la agricultura ecológica. La teoría es sencilla: un espacio rural que sea autosuficiente. Nada de excedentes. «Por ejemplo, no podría existir más de una vaca lechera por hectárea», explica quien en sus años mozos también fuera vaquero en Madrid. Pero el dinero manda y el lema de 'pensar global, actuar local' tiene su coste. Y Focax no sólo se ha llevado todo su presupuesto medioambiental. También el personal. «Todo sea porque las nuevas generaciones disfruten de la Tierra como nosotros».

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