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MARIANO GACTO FERNÁNDEZ
Jueves, 3 de diciembre 2009, 01:57
La rueda es un icono de la civilización humana que encontramos en casi todas las manifestaciones de nuestra tecnología actual. Representa un elemento mecánico que es básico en los sistemas de desplazamiento marítimo, aéreo o terrestre, así como en un sinfín de instrumentos de manejo cotidiano, incluyendo máquinas de complejidad tan rudimentaria como las poleas. Se considera que el hombre pudo haber inventado la rueda en el Oriente Medio o Mesopotamia hace unos cinco mil años. Sin embargo, su empleo requiere un cierto desarrollo práctico además del conocimiento de su mera existencia, porque parece que los nativos del Nuevo Mundo no habían llegado a su utilización en la época de la conquista americana por los españoles.
Cada vez que el hombre tiene una buena idea, es frecuente que ya exista un precedente de la misma entre el mundo vivo, al menos de forma rudimentaria. Buenos ejemplos son, entre otros, el empleo y perfeccionamiento de la eco-localización por los murciélagos, la construcción de pantanos por los castores, la existencia de modelos de reflectores parabólicos entre las lapas, la presencia de sensores de infrarrojos en algunas serpientes, las agujas hipodérmicas que poseen varias especies de insectos, los arpones de los celentéreos o la propulsión a chorro empleada por los calamares.
Pero la verdad sobre la invención de la rueda es más notable porque sus precedentes naturales están más bien ocultos en el diseño de los primeros seres vivos. Lo que el hombre tardó tanto tiempo en desarrollar ya lo poseían las bacterias en su aparato locomotor alrededor de dos mil millones de años antes. Muchas de estas pequeñas criaturas presentan flagelos que tienen un eje que rota libremente como un árbol de transmisión a través de la pared celular y que está unido en su base a un motor flagelar. En la estructura basal de este sistema aparece la rueda por primera vez en la naturaleza viva, funcionando en continua rotación de modo análogo a una minúscula turbina molecular. En otras palabras, la rueda se encuentra formando parte de uno de los mecanismos evolutivamente más antiguos de desplazamiento.
Su presencia en el motor flagelar, como elemento estructural, precedió con mucho a la aparición de otros sistemas locomotores convencionales y, por supuesto, al desarrollo de las ideas de los primeros ingenieros humanos. Por sorprendente que parezca, podemos concluir que la rueda la inventaron las bacterias mucho antes que el ingenio del hombre.
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