

Secciones
Servicios
Destacamos
MIGUEL ÁNGEL RUIZ
Viernes, 27 de noviembre 2009, 11:57
Haga la prueba: arranque el coche y dedique una mañana a recorrer -despacio y con el cinturón puesto- el campo de Molina de Segura, una comarca árida que sube hasta la Sierra de la Pila entre barrancos, ramblas y montes pelados. Circulamos sin prisa entre bancales de olivos, caseríos, ramblas por las que corre -¡milagro!- un hilo de agua, y de pronto alcanzamos un lugar que se llama Comala, como la ciudad mítica del de Juan Rulfo. Ojo: en estas tierras también hay magia.
A mitad de camino entre Molina de Segura y Fortuna, en El Fenazar, giramos al norte siguiendo el rastro de La Hurona y El Rellano, dos pedanías situadas en un pequeño altiplano entre las sierras de La Pila, Lúgar, el Águila y la Espada: montañas inhóspitas en la solana pero que guardan sorpresas en su cara norte en forma de grandes manchas forestales, generosas y húmedas, donde prospera incluso la encina.
En El Rellano vale la pena detenerse para conocer el Parque Ecológico Vicente Blanes, una finca municipal de casi 40 hectáreas que el Ayuntamiento de Molina de Segura ha restaurado con vegetación autóctona para dedicarla a actividades de educación ambiental. Una iniciativa poco usual en los tiempos que corren. En su interior ha habilitado una serie de senderos para recorrer el espacio natural, en el que crecen pinos, acebuches, algarrobos, lentiscos, enebros, coscojas y espino negro, junto con el todavía abundante esparto. La fauna está representada por el abejaruco, el alcaudón real, la abubilla, el águila perdicera, la lagartija colilarga y el zorro.
La señalización, mejorable
Aunque parezca imposible, uno puede perderse en un lugar tan mínimo como El Rellano porque la señalización no es el último grito (convendría colocar un indicador en El Fenazar y mejorar el que hay en El Rellano).
El parque -algo así como un jardín botánico del desierto poco humanizado- recibe el nombre de Vicente Blanes, un activo ecologista de Molina de Segura, ya fallecido, que dejó huella en el municipio por su amor y defensa del paisaje local. Está abierto desde hace diez años, pero ahora ha tomado un nuevo impulso con la restauración del albergue municipal, en la zona de equipamientos del recinto, que puede reservarse para grupos.
Tres itinerarios
El parque ecológico ofrece tres itinerarios señalizados que suman algo más de tres kilómetros -los tres parten desde el centro del recinto-, aunque varias ramblas y decenas de sendas permiten caminar durante horas por la finca.
La Senda del Águila- 1.200 metros, de ida y vuelta- sube hasta el mirador de La Loma, donde se disfruta de una panorámica excepcional de las sierras del Águila y La Pila. La Senda de la Cueva -900 metros, circular- pasa por el mirador de Lúgar, orientado a esta sierra. Y la Senda del Ramblizo -2.100 metros, ida y vuelta- penetra en la zona oeste del parque para dejarnos al descubierto los secretos geológicos del terreno. En este sector, caminando sobre un lecho salino, disfrutaremos de zonas umbrías y frondosas. Uan sorpresa.
En la zona central del recinto hay un área de acampada, un arborétum y varias mesas para comer, además de un pequeño estanque artificial y un observatorio de aves. Todos estos equipamientos están detrás del albergue y las caballerizas -donde no hay caballos por la cercanía de la piscina-.
Fuera de los senderos señalizados, el Parque Ecológico Vicente Blanes muestra su cara más auténtica. En las cotas más bajas de este modesto espacio natural, cerca de las ramblas y entre las perdices y los conejos que se levantan a nuestro paso entre las acibaras y los palmitos, late el espíritu más cabal de esta tierra austera y auténtica.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.