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Un momento de la inauguración de la escultura de González Beltrán. /NACHO GARCÍA/AGM
'El bufón de los cencerros', cuarta escultura de González Beltrán en las calles de Murcia
Cultura

'El bufón de los cencerros', cuarta escultura de González Beltrán en las calles de Murcia

, asegura el artista

P. S.

Sábado, 10 de octubre 2009, 12:40

El presidente de la Comunidad Autónoma, Ramón Luis Valcárcel, inauguró ayer tarde, en la calle Santa Clara, de Murcia, la escultura , pieza de tres metros de altura, realizada en bronce por el artista murciano Mariano González Beltrán. Entre otras personalidades, el acto también contó con la presencia del alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, y Carlos Egea, presidente de Cajamurcia y de su Fundación, institución que ha donado a la ciudad el monumento.

Poco antes de la inauguración, González Beltrán, también presente en el acto, afirmaba que cuando Cajamurcia le encargó la realización de la escultura «no me exigió que tratase de tema alguno concreto. No era el homenaje a alguien, ni el rostro de personaje alguno. Ya se sabe que en las ciudades hay muchas esculturas que no tienen por qué ser alegóricas a algo en concreto, sino que se expone al público por la propia belleza que encierra la obra y por la alegoría que puede representar. Europa está llena de esculturas que no tiene por que ser necesariamente retratos de Napoleón, por poner un ejemplo».

Para el artista murciano, la obra está impreganda de simbolismo. «Esto es algo que me gusta inyectar en mis esculturas, como he dicho en más de una ocasión, y esta obra es otro ejemplo. forma parte de la serie de la serie de cuatro bufones y que con su disfraz tienen la cara de una persona anónima. Cualquier persona puede sentirse retratada en ese rostro. Tiene una cabeza en una postura pensante, lo que quiere decir que, en ese momento, puede cavilar sobre muchas cosas».

Rostro anónimo

La obra está sostenida sobre una esfera rota, que en este caso simboliza la Tierra, y que está situada sobre dos de las tres secciones en que el escultor ha dividido el planeta. «Ante esto, podríamos decir que también esos trozos pueden simbolizar cómo el hombre es capaz de destruir su propio hábitat, el mundo en el que vive, aunque lo que debiera hacer es luchar por conservarlo. Por esto precisamente es por lo que podría decir que la escultura no tiene por qué disponer del rostro de un personaje famoso. Y debe ser una cara anónima, porque, en el fondo, todos somos culpables y ponemos nuestro grano de arena para llegar a esa destrucción simbolizada. Lo importante es que cada cual piense qué simboliza. No me gusta explicar mis obras. Simplemente, me quedo satisfecho con que se vean, y prefiero que cada cual piense lo que desee».

Añade que se trata de una pieza que no tiene nada de fácil ejecución porque ha tenido que montar tres metros de barro, antes de pasar la obra al bronce. ¿Y el cinturón de latas y helados? «Tienen también su significado, en una primera alusión directa al reciclaje, porque se trata de botes de conserva que en vez de ir a la basura, se transforman en cencerros. Y hay más: ahora mismo, para evitar que los pájaros piquen las frutas, echan infinidad de pesticidas; antes se hacía sonar cencerros para espantarlos. Es una forma de decir que existen otras alternativas y de que se pueden conseguir los mismos fines, siendo menos agresivos».

Nuevos proyectos

Esta es la cuarta escultura de González Beltrán en las calles de Murcia, junto al ; el , en la Plaza de San Andrés, y la que representa a Paco Rabal,en la Plaza de Santa Gertudis. Cuando se le pregunta al escultor, si no le preocupa que entre estas esculturas y las de otros autores, situadas en lugares de constante tránsito, alguien -más probablemente, un ciego- pueda tropezar de modo estrepitoso, González Beltrán responde: «Esto no es preocupante, porque, si se eliminan estas esculturas, también debieran eliminarse las farolas, las señales de tráfico, las esquinas, la aceras, los recipientes de basuras, las mesas de los bares..., y, sin embargo, nunca se piensa en esto».

El escultor tiene otros proyectos en danza, pero se los silencia hasta que sean realidad: «No me gusta decir nada antes de tiempo, porque pueden fallar los propósitos. Hasta que no está todo decidido, prefiero callar, porque hoy pueden ser de un modo y mañana, de otro».

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