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Inspección del casco del remolcador. / LV Inicio de la inmersión junto a La Algameca. / LV
El pecio de La Algameca
CARTAGENA

El pecio de La Algameca

Clubes locales guían a técnicos municipales en las valoraciones de los fondos marinos con el objetivo de potenciar el turismo de buceo

C. R.

Sábado, 4 de julio 2009, 15:56

El Mediterráneo, en Cartagena, ofrece uno de los lugares mas singulares para la práctica del submarinismo: 100 kilómetros de costa dividida en tres grandes zonas: Cabo de Palos, Cartagena y Cabo Tiñoso-La Azohía, que abarcan unos de los mejores fondos. Con una temperatura media de 14,5 grados en invierno y de 25 en verano, ofrecen la posibilidad de practicar el buceo durante todo el año, con una completa infraestructura turística de calidad.

El litoral de Cartagena ofrece 53 zonas de buceo, y en la actualidad once centros autorizados por la Comunidad Autónoma se distribuyen en esas grandes áreas.

La primera salida

La cercanía entre el litoral de Cabo de Palos (al Este) y el litoral de Cabo Tiñoso-Azohía (al Oeste) hacen que el buceo sea posible en condiciones adversas. Cuando el viento sopla de Levante se bucea en La Azohía; cuando sopla de Lebeche, en Cabo de Palos, sin olvidar Cartagena como la zona desconocida del buceo y que ofrece lugares muy especiales.

La primera inmersión se realiza en la costa de Cartagena y en ella participa el concejal de Turismo, Javier Herrero, «muy interesado en potenciar esta actividad que gana adeptos y trae a miles de personas durante todo el año».

En el Real Club de Regatas de Cartagena se ubica el Centro de Buceo Hespérides. Daniel, su gerente, muestra las instalaciones. Cargamos los equipos y salimos en una zodiac hacia La Algameca, que está a diez minutos y donde una boya indica el punto de amarre de la embarcación a unos 150 metros de la orilla.

Nos equipamos e iniciamos la inmersión bajando por el cabo de la boya de amarre, que nos lleva hasta un remolcador hundido a 15 metros. Nos encontramos en la parte superior del barco y la quilla (20-22 metros), varada en un fondo de arena inclinado. Es un soporte para la vida bajo el agua.

El viejo remolcador está cubierto por vegetación y numerosas especies submarinas adheridas al casco. Pequeños peces habitan este escenario, y su recorrido a todo lo largo nos permite descubrir un mundo submarino interesante.

Aguas transparentes al atardecer nos hacen ver en la superficie la silueta de la embarcación que nos ha traído. Los restos de un avión se encuentran cerca del remolcador sumergido. Lo miramos con cautela, pues su estructura de aluminio es cortante y peligrosa si la rozamos. Son utilizados por los buceadores de la Armada para realizar prácticas; suelen variar su posición. En esta ocasión están muy cerca de nuestro lugar de inmersión. A los 35 minutos iniciamos el ascenso lento hasta la superficie y buscamos el Real Club de Regatas. Ha sido todo un espectáculo.

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