Guillamón dice adiós «defraudado» con Trujillo

Juan Guillamón dijo ayer adiós. Se despidió por sorpresa como presidente del Real Murcia. Una víctima más de la voraz situación que vive el club grana desde que Jesús Samper lo dejó en manos de su cuñado Juan Manuel Trujillo. El ya ex presidente grana había avisado muchas veces de su dimisión y ayer la consumó tras vivir un capítulo más de menosprecios y desautorizaciones desde Madrid.

Con él se marchan los consejeros Martínez-Abarca y José Luis Morga. Manolo Álvarez, vicepresidente deportivo, ha decidido quedarse y esperar acontecimientos hasta el próximo 16 de febrero, fecha en la que se celebrará el próximo consejo de administración en Madrid. Ahora el vacío de poder es total. Nadie sabe quién es el nuevo presidente con seguridad. Juan Manuel Trujillo, como vicepresidente económico, parece que es el candidato por delante de Álvarez, vicepresidente deportivo.

Durante más de media hora Guillamón explicó los motivos que le han llevado a tomar esta decisión. Estuvo tranquilo, calmado y educado, aunque fue muy claro al señalar las causas de su dimisión y al reconocer que para Trujillo «el Real Murcia les supone una tortura».

Falta de apoyo desde Madrid

El primer y principal motivo que ha llevado a Juan Guillamón a dejar su cargo de presidente ha sido la falta de apoyo de Trujillo. Los consejeros murcianos casi nunca han podido hablar con él de manera directa, el pasado viernes estuvieron varias horas en el club para cerrar la marcha de Iván Alonso, ya que en Madrid apagaron los teléfonos en plena negociación, y ayer, Guillamón pagó a la plantilla desautorizando las indicaciones de los asesores de Trujillo. Con el dinero de las subvenciones municipales ya ingresado, Guillamón se comprometió con los futbolistas a pagarles el pasado viernes, antes del partido contra el Rayo. Pero desde Madrid bloquearon las cuentas. No se pudo pagar el viernes, y ayer por la mañana las instrucciones eran pagar sólo el 30% a los futbolistas y a los empleados para mantener la tensión. «¡Tensión! como si no hubiera ya suficiente tensión. No sé qué pretenden conseguir; que yo me mueva más o que el Ayuntamiento ponga más dinero», dijo Guillamón, quien decidió, bajo su responsabilidad, pagar a todos los empleados el cien por cien de sus nóminas, «igual me riñen o me dan unos azotes» dijo en tono jocoso.

Guillamón explicó que «desde Madrid no responden, me han dejado en el vacío y me han producido una cierta decepción. Sabía que al ser presidente asumía un riesgo, pero además he navegado en la incertidumbre. Dije que el éxito se asentaba en tres patas: la plantilla, la afición y los accionistas. Los últimos han fallado».

La plantilla

Guillamón quiso tener unas palabras para Movilla: «He tenido la mala suerte de que el jugador más destacado ha estado agitando a los demás para tener actitudes que nada tienen que ver con lo deportivo. Ha agitado desde el principio. Es legítimo defender los intereses particulares, pero también lo es asumir un régimen disciplinario. Movilla es una espina que llevo clavada». Justo antes de marcharse de la sala de prensa, una vez terminada su comparecencia, se acercó al micrófono y recordó a los presentes que a Movilla el club le debe sólo 98.000 euros.

Sin sintonía con jugadores y periodistas

Las cuentas y el futuro

Tras hacer un largo recorrido por los que han sido sus 48 días de mandato Guillamón se marcha dejando al club sumido en la incertidumbre. Nadie asume ahora el control en las oficinas y en el día a día, por lo que será Santiago del Río, director general, quien gestione las cuestiones diarias y hable con Madrid.