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Sábado, 31 de enero 2009, 13:15
Cuando menos te lo esperas, la suerte te da plantón. Es lo que ocurre cuando recibes un diagnóstico de cáncer, como me ocurrió a mí, hace un año. 37 cumpleaños contados, un marido, una hija de 17 meses y un buen puesto de trabajo como jefa de prensa del Ayuntamiento de Alcantarilla, no sirvieron para espantar el destino que me esperaba.
Me fui sola a la Unidad de Mama del Policlínico de la Arrixaca; al fin y al cabo iba a iniciar los trámites médicos para que me quitaran un pequeño bulto -benigno según todos los médicos consultados- aparecido en el seno izquierdo, tras amamantar a mi hija. Y de repente, sin anestesia, tuve que escucharlo: «Si de algo valen mis más de 30 años de experiencia, tú tienes cáncer, aunque vamos a esperar a que nos lo confirmen las pruebas».
Y así fue como mi vida entró en una gran centrifugadora que la convirtió en lo que ahora es: una sucesión de acontecimientos médicos, en su mayoría, y un empujón inicial al aislamiento que, gracias a las nuevas tecnologías, no ha resultado ser tan drástico como se anunciaba.
«TÚ SIEMPRE TIENES SUERTE»
El apoyo de mi marido
No podré olvidar la cara de mi marido -compañero del alma y más que amante-, cuando escuchó aquel 30 de enero la confirmación de las sospechas iniciales por parte del médico. Las pruebas eran claras, tenía cáncer. «Esperaba que tuvieras suerte, tú siempre tienes suerte», me contaba después a solas, mientras tomábamos un café con lágrimas y decidíamos cómo dar la noticia. No se equivocó: la tuve, pero fue mala. Y entonces es cuando comienzas a hacerte unas preguntas que se repetirán de forma insistente: ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora?
Aciertan quienes aprecian que el cáncer es más que una enfermedad, que es distinto a otras dolencias graves, es un seísmo de grado 8 con epicentro en los corazones del afectado y de todo su entorno. Como los terremotos, provoca conmoción, sufrimiento y angustia, mucha angustia. No te duele nada, no tienes la sensación de estar enferma, pero te han confirmado que así es, y que la cirugía no es más que el primero de los tramos a recorrer dentro un oscuro túnel, cuyo final tan sólo intuyes.
Contado así parece duro, y no voy a negar que lo sea, pero no es tan duro como para olvidar que sigues viva, que no estás sola, o sí, pero que quieres seguir viva. Eso es lo más importante, creo yo, y el primer tratamiento ante este diagnóstico. Por lo demás, he de decir que los profesionales del Servicio Murciano de Salud no han quebrantado la confianza que, desde un primer momento, decidí poner en ellos.
ÁNGELES DE LA GUARDA
Un 10 para la Arrixaca
Tengo una amiga, más que una amiga un ángel de la guarda, que dice que le gusta ir a los hospitales porque allí recuerda que no todos los ángeles están en el cielo. Yo lo suscribo. Llevo 12 meses haciendo un como paciente profesional en las distintas consultas, salas de espera y zonas de tratamientos y realización de pruebas médicas, y puedo afirmar que la Arrixaca está llena de esos ángeles.
Ellos hacen más llevadera cada una de las etapas de los tratamientos. Desde el primer momento, desde el diagnóstico, te ves a ti misma en sucesivas ocasiones portando los papeles que te llevan de una a otra sala de espera, y sólo su trabajo y su profesionalidad hacen que ese viaje, que produce inseguridad y confusión en muchas ocasiones, llegue a su destino. Ante un cáncer de las características del mío, lo más aconsejable según el criterio de los médicos, desde un principio, fue la baja laboral. Así puedes abrir la boca de lleno para tragar entero el pastel que te viene: pruebas y más pruebas, reuniones del comité, citas con el médico y la posterior recuperación, todo ello aliñado con el miedo, «la agonía emocional y el vértigo existencial», que define Albert Jovell.
A eso, yo lo llamo la soledad terapéutica, porque, si bien no estás sola, las circunstancias te acaban aislando de tu vida cotidiana, de las personas con las que compartes gran parte de tu tiempo y, lo que es más importante, de los argumentos con que te has venido enfrentando a la vida cada día desde que naciste.
No se pueden contar las lágrimas que se vierten cuando te obligan a afrontar la posibilidad de que tu muerte esté cercana. No se puede medir el dolor que te produce pensar en el sufrimiento que tu situación está ocasionando a tu alrededor. Todo el mundo está alterado, y no puedes empeorar la situación desahogándote con ellos. En mi caso, sólo me aliviaba abrazarme a mi hija y llorar mientras ella dormía. Así fue como empecé a escribir el blog .
LA 'ESCRITOTERAPIA'
Necesitaba expresarme
Recuerdo que, al comenzar todo este proceso, acudí a la Asociación Española Contra el Cáncer (¡qué suerte contar con un colectivo así!) y allí, la psico-oncóloga me sugirió que escribiera. Yo, que entonces pensaba aún que esto sería un mal trago que algún día olvidaría, me negué. Pero estaba equivocada. A medio recibir la quimioterapia ya no podía más. Necesitaba expresarme, sacar de dentro todo lo que sentía, lo que pensaba, lo que me angustiaba y la experiencia de los tratamientos. Que me leyeran, en esta ocasión, no era importante. Por primera vez en mi vida escribía en primera persona.
Lo que ocurrió después, ni lo imaginaba ni lo esperaba. Lo primero que hacía cuando la quimioterapia me daba tregua, permitiéndome recuperar las fuerzas para llegar hasta el ordenador y permanecer sentada frente a él, era consultar el correo electrónico. Los mensajes de contacto, los avisos de comentarios en cada artículo.. Era una transfusión de energía, de ánimo, un trasvase de cariño realizado a golpe de teclado, que arrancaba más que frecuentemente nuevas lágrimas de emoción, pero esta vez de alegría. La estaba resultando, y no era sólo una labor unidireccional, no sólo estaba emitiendo en público mi experiencia, había comenzado a recibir de los demás sus mejores deseos, su apoyo. Otra terapia efectiva que no aparece en los manuales de medicina.
Tras esto, coincidiendo con el final de la quimioterapia, recibí un correo electrónico de un miembro del jurado de los premios 20Blogs, sugiriéndome que participara en el concurso. Y no es que este viaje involuntario fuera muy adecuado para el proceso, pero la oportunidad de difundir el blog y de seguir recibiendo ese cariño era ineludible. Así que, tras consultarlo, decidí participar. Y gané, quedé 3ª en la clasificación general, entre más de 4.500 blogs, y 1ª en la categoría de Mejor blog de medio de comunicación.
Todo ese proceso me ha acompañado los últimos meses, permitiéndome no sólo distraer mi mente de la que se ha convertido en mi principal preocupación, sino también demostrar que, como señaló Sandra Ibarra, «no sólo hay vida después, también hay vida durante el cáncer».
SEGUIR LUCHANDO
Terapia hormonal
He recibido los tratamientos principales; cirugía, quimioterapia y radioterapia, y he comenzado con el tratamiento hormonal y con la terapia biológica, la , llevando conmigo tanto cariño y apoyo que, por muchos años que logre cumplir, no voy a tener tiempo de agradecer a todos lo que han hecho por mí durante estos meses.
Atrás han quedado la angustia emocional, la visión túnel, la debilidad, el zumbido de oídos, las quemaduras, el conflicto interno -que me permitió descubrir la ópera-, y parte de los silencios oportunos a los que aún tendré que asistir. Y también he llorado pérdidas de personas que, como yo, afrontaron este diagnóstico y perdieron la batalla demasiado pronto. Ahora paso página, no de manera definitiva, pero si parcialmente. Con 2008 queda atrás un año duro para mí y para mi familia, mis amigos, mis compañeros, mis conocidos. Comienzo a vivir de nuevo, sin miedo a la vida ni a la muerte, y con la ilusión de poder seguir plantando cara al cáncer.
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