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RICARDO FERNÁNDEZ
Sábado, 22 de noviembre 2008, 12:59
«Que en agosto observó que la situación se agravaba, ya que volvió a escuchar gritos terribles, seguramente de una niña, y golpes. Que los gritos de la niña no los entendía perfectamente, pero sí volvió a oír las expresiones: ¡No, papá; no, papá! (...) Que como madre se daba cuenta de que eso no era normal y de que algo estaba pasando».
Las declaraciones corresponden a la comparecencia ante el juez de Cieza, este jueves, de un matrimonio escocés, L.Y. y K., que reside en Fortuna frente a la vivienda de Juan Pedro y Amelia, la pareja detenida y encarcelada por su supuesta relación con los malos tratos, la agresión sexual y la muerte de la pequeña Estefanía, de siete años, hija de Amelia.
Los datos aportados por estos vecinos de los dos sospechosos han reforzado la hipótesis de que la niña era sometida, de forma habitual, a brutales malos tratos, y estrechan el cerco probatorio sobre la figura del padrastro, Juan Pedro, quien aparece como principal sospechoso de las agresiones.
La testigo L.Y. siguió contando al juez que cada vez que venía desde Escocia a Fortuna con su marido, «oía gritos que iban a peor», y añadió que «con ello quiero decir que los gritos eran tan lastimeros que pensaba que en esa casa estaban pasando cosas más horribles».
Aunque sólo escuchó cómo la niña gritaba «¡no, papá; no, papá», nunca vio a Juan Pedro golpeándola, a excepción de una ocasión en que oyó «gritos y chapoteos y me acerqué a la casa. Vi a Juan Pedro y a Amelia y a sus dos hijos en una piscina desmontable. Observé cómo Juan Pedro echaba a la niña a la piscina y la sacaba, al mismo tiempo que la golpeaba con una toalla mientras la niña gritaba con mucho miedo». La madre de la pequeña, en apariencia, no hizo nada por evitar ese maltrato.
Alertaron a un policía
El relato de K.Y., esposo de L.Y., es prácticamente coincidente. Así, señala que «en agosto oí gritar a la niña: '¡no, papá; no, papá!' y me acerqué a la casa porque pensaba que le estaban pegando. Cuando estaba cerca de la casa empezó a ladrar el perro y entonces cesaron los gritos. Entonces vi a Juan Pedro salir por la puerta. No le dije nada porque no sé hablar español. Cuando regresé a la casa volví a oír gritar a la niña».
Tanto el ciudadano escocés como su esposa señalan que en dos ocasiones informaron de esta circunstancia a policías locales: a un agente que pasó frente a un bar en el que estaban y, además, al hermano de otro policía, a quien pidieron que lo alertase de los presuntos malos tratos que podían estarse produciendo.
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