Supergonzález

Ayer miércoles. 10.00 horas: Copreside la Junta Local de Seguridad de Bullas. 11.15 horas: Presenta nuevos agentes de la Guardia Civil en el cuartel de la localidad. 12.00 horas: Asiste a la inauguración del Congreso Nacional de Agricultura Ecológica, en la Casa de la Cultura. 12,30 horas: Visita la cooperativa Cobuco, en la carretera Alcantarilla-Caravaca. Acto seguido, acude a la cooperativa Virgen del Rosario. 13.00 horas: Visita a la finca La Rafa, también en Bullas. Todo el paquete en tres horas. Por la tarde, a los toros. Ésta es parte de la agenda que desarrolló ayer el delegado del Gobierno en Murcia, Rafael González Tovar. Así, casi a diario desde que tomó posesión en mayo.

Su frenética actividad, acelerada tras las vacaciones, estaba pidiendo a gritos un análisis de urgencia sobre este político que parece capaz de sacar petróleo de una maceta. Nada se le resiste. Todo pasa por sus manos. Nadie se mueve de la foto dentro de la Delegación. Visita y recorre la hacienda gubernativa con la fe del carbonero, estrechando las manos de todo el personal a su cargo e inspeccionando las oficinas e instalaciones con el interés de un colegial. Nunca se ha visto a tantos guardias civiles presentados en sociedad, con foto al canto. Ha sobrepasado, en definitiva, las hechuras mediáticas de todos sus predecesores en el cargo: unos porque le daban un áura impenetrable a su trabajo y carecían de perfil político (antes de Juan Manuel Eguiagaray); otros porque existía afinidad con el Gobierno regional del mismo color (hasta Francisco Marqués); y otros porque se le dio todo el protagonismo al candidato de la oposición en Murcia -léase Pedro Saura- para que utilizara como trampolín la gestión del Gobierno de Madrid (época de Ángel González).

González Tovar es otra historia. Es un torbellino que vende como material de primera mano obras de infraestructura archiconocidas; que promete sobre lo ya prometido como si fuera género nuevo; que le da un valor añadido a proyectos de saldo que arrastran años de espera y que sale al quite de cualquier controversia con el Gobierno regional o los ayuntamientos del PP. Una máquina. Un predador político que está dejando en pañales a sus padrinos y mentores del PSOE. En el PP advierten, entre la queja y el chiste, que al omnipresente delegado del Gobierno sólo le falta inaugurar las farolas. Creen que a veces roza el «ridículo», pero en el fondo les hace pupa.

Cumple a rajatabla la misión que le fue encomendada en mayo; que es ofrecer la mejor cara de la gestión del Gobierno de Rodríguez Zapatero, rentabilizando política y socialmente hasta el último euro que invierte aquí cada ministerio. El PSOE necesita mejorar sus resultados en la Región de Murcia y en la Comunidad Valenciana porque entiende, además, que su gestión de los últimos años no ha sido bien explicada. Tovar está demostrando que es el mejor para este trabajo. Y también que está aprovechando el viaje para promocionarse de cara a las próximas elecciones autonómicas. Su agenda diaria roza a veces el culto personal. «Cuando se pone, no hay quien lo pare», comentan sus compañeros socialistas, la mayoría de los cuales alaba su empeño y gestión.

Los iniciados piensan que González Tovar le podría estar moviendo la silla (o se la moverá) a Pedro Saura, secretario general del PSRM, que fue quien lo señaló para el cargo. Sale más en los papeles que Saura. Éste último hace otra lectura: si González Tovar es bueno, el acierto político ha sido suyo por promoverlo. El secretario socialista procesa estos comentarios como parte de las críticas de un PP dolido que le ataca a través del delegado. También las atribuye a aquellos otros que quieren socavar su liderazgo. Ya se verá cuando se acerquen las próximas elecciones. Quienes le conocen afirman que González Tovar tiene una ambición política sin límites, sobre la que no hay nada que objetar. No pasa nada si afloja la agenda.