Borrar
Corre-ve-y-dile para acá, corre-ve-y-dile para allá. / J. M. R. (AGM)
La transfiguración de sus señorías
POR CARTAGENERAS

La transfiguración de sus señorías

GARCÍA MARTÍNEZ

Viernes, 11 de abril 2008, 02:35

Pasadas pues eran las cinco de la tarde y la corrida de Sevilla se suspendía por la lluvia, el ruedo demediado que es el hemiciclo se mostraba limpio de polvo y paja. Entiendo por paja, mas no peyorativamente, a sus señorías.

Para decir toda la verdad, el único que reinaba en el palco era el presidente Celdrán. El cual, viendo el panorama, anunció: «Pues lo mismo suspendo la sesión por falta de quorun». Entonces caí en la cuenta de que el Ciudadanoy yo no damos quorun, como así es en realidad.

Llegaron, por fin, las señorías. Desde el primer momento se les notaba transfigurados. Algo anómalo se palpaba. Teresa Rosique (PSOE) y Juan Carlos Ruiz (PP) iban y venían hablando en voz baja con unos y con otros. «Están maquinando» -le dije a Angosto. Pero el Ciudadano cada vez me escucha menos. Está como de vuelta y algo pansío. Si no me atiende a mí, que soy su amigo, imagine el lector lo que atenderá a los políticos.

A lo último supimos de qué iba al negocio. Porque negocio transaccional era lo que se llevaban entre manos. Había que aprobar la Ley Regional de Carreteras. Por primera vez en mucho tiempo -y coincidiendo con la bonanza que se registra ahora mismo entre Rajoy y Zapatero-, los diputados pretendían penetrar en la cueva del consenso.

De forma que, aunque vestidos de calle, pero transfigurados en el ademán, Rosique, Ruiz y algunos más andaban consensuando. Así lo confirmamos minutos después, viendo y oyendo cómo los de uno y otro bando ponían en escena lo insólito. Digo buenas maneras, guiños, sonrisas y amabilidades sin cuento. (Bueno, a lo mejor había un poco de cuento, pero eso no daña cuando contemplas arrobado a todas las señorías, chupando el mismo caramelo.

Cuando Rosique abrió el debate, ponderando lo que de bueno tiene una oposición constructiva, entendí que los dos grupos iban camino del abrazo fraterno.También aludió -pásmense ustedes- a la buena predisposición de su grupo. Casi igual de meloso se comportaría el representante del PP, Martín Quiñonero. Todo era idílico en esta gloriosa y extraña tarde.

El debate fue, sin embargo, tedioso. Piense el lector que todo el tiempo se lo pasaron trajinando con las enmiendas rechazadas y las enmiendas aceptadas. Eso cansa a una oveja. El ciudadano Angostome dijo, exasperado:

¯La próxima trae las pipas.

Yo creo que el buen talante entre los que gobiernan y los que se oponen -después de verlos desdel año 82 peleándose por cualquier chorrada- hizo que se le fuera un poco la olla. Pues se puso a hablarme de la guardia mora de Franco y de los cien mil marroquíes que el General se trajo de África, para la cosa de la guerra aquella incivil. Total que, a la postre, apareció sobrevolando el recinto esa rara avis que se llama unanimidad.

A la beatífica sesión le puso el broche de oro, como no podía ser de otra manera, el consejero Ballesta. Primero, refutó la afirmación del periodista de que se le está poniendo cara de consejero. Él lo niega, pero sé muy bien que su rostro de antes era como más virginal. Y segundo, echó mano, para ilustrar su breve pero brillante discurso, de don Gumersindo de Azcárate y Menéndez, hijo de Patricio de Azcárate del Corral, traductor de Platón, y de una dama llamada doña Jesusa. (Para esas cosas, el Internet es divino). También se sirvió de Montesquieu y otros.

Contento como unas pascuas se le veía al diputado Campos(PP). Era debido a que había conseguido consensuar la creación de una Junta Regional de Carreteras y Seguridad Vial.

Lo llamarán, al de este miércoles, el Pleno de la Concordia.

¯Lo mismo obedecen órdenes de Madrid -me susurró Angosto, siempre tan malicioso.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad La transfiguración de sus señorías