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FRANCISCO J. MOYA
Miércoles, 6 de febrero 2008, 02:29
Tengo que trabajar para daros de comer». Es una de las frases favoritas de Paco Gómez, quien con esa frase se define por sí mismo. Es un hombre que ha hecho una de las mayores fortunas del sureste español gracias al mundo del ladrillo, en el que casi todo vale, siendo como es. Y no va a cambiar nunca. Está empeñado el presidente del Cartagena en que la letra, con sangre entra. Pero en fútbol todo es diferente. No es así. A los futbolistas la letra no le entra con sangre. Y él, que pese a los muchos millones que ya ha puesto en el Orihuela y el Cartagena en los últimos años siempre ha fracasado, debería saberlo.
Gómez, tan solvente como torpe en el negocio futbolístico, ya debería saber que así no se va a ningún sitio. Acarició el éxito cuando se rodeó de profesionales y los dejó trabajar (Juan Ignacio, Torrecilla y Amaral) y siempre fue de disgusto en disgusto cuando él quiso llevar las cosas a su manera. Como ahora. No hay presente. No hay futuro.
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