

Secciones
Servicios
Destacamos
ANTONIO ARCO
Jueves, 10 de enero 2008, 01:38
Hablamos por teléfono. Guillermo Pérez Consuegra (Sevilla, 1945), uno de los arquitectos españoles más prestigiosos y recomendables, está a punto de salir de casa para enfrentarse a una agenda de locos repleta de hermosos proyectos y de trabajo con sus colaboradores (que lo adoran). Hoy, este sevillano ya experto en arquitectura junto al mar, y en aventuras y batallas destinadas a construir nuevos edificios para el disfrute de miles y miles de ciudadanos, estará en Cartagena, junto al ministro de Cultura, César Antonio Molina, para recorrer su última y esperada obra: el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas en Cartagena).
-Por fin parece que llega a su fin esta aventura. ¿La acaba usted agotado, feliz, incrédulo, satisfecho, expectante...?
-Feliz y satisfecho. Este proyecto ha tenido un proceso de gestación larguísimo, desde que recibí del Ministerio de Cultura el primer encargo del estudio de viabilidad del edificio. Creo recordar que el presidente Ramón Luis Valcárcel mostró, en 1997, la maqueta del Museo que hoy está ya construido. Una serie de avatares de todo tipo, y de complejidades técnicas de todo tipo también -la edificación se realiza junto al mar- han hecho que se alargue mucho el proceso. Pero creo que el resultado es, o al menos así me gustaría creerlo a mí, bastante satisfactorio, sí.
-¿Es la obra que usted imaginó la que finalmente verá el visitante o ha cambiado mucho desde su origen?
-Más o menos es la que yo imaginé. La obra ha estado sometida a una especie de rifi-rafe en algunos momentos entre las diversas instituciones (Ministerio de Cultura y Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia), y se han ido modificando algunos aspectos del proyecto; pero, en lo sustancial, ha ido construyéndose de acuerdo con las primeras ideas.
-¿Qué características especiales tiene este edificio suyo?
-El edificio albergará el Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas y el Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Su función y la propia localización del edificio han sido las que, de alguna forma, han dictado su razón de ser. Está concebido para el lugar donde ha sido construido, de manera que fuera de este lugar perdería su razón de ser y su primer significado. Está situado en el paseo marítimo de Cartagena y destinado a la arqueología submarina. Me parecía interesante que el visitante del Museo se adentre en él penetrando en el interior de la tierra, en referencia al mundo subacuático y subterráneo, de donde procede el patrimonio sumergido que será objeto de la exposición. Es un edificio que toma, por tanto, de la subterraneidad el argumento del proyecto. Además, se trata de un terreno de relleno, de un espacio donde antes estuvo el mar. Los materiales vuelven así a su lugar de procedencia, ahora bajo la capa de granito del viejo muelle portuario. Se ha hecho un edificio excavado que emerge a la superficie con dos volúmenes, y entre ambos volúmenes -uno de ellos largo, prismático y opaco; y el otro con una geometría quebrada y azarosa, que es el lucernario del Museo excavado- discurre el paseo. Se crea así una especie de plaza sobre el muelle, de vestíbulo del edificio, de antesala del Museo. Un espacio que desdibuja los límites entre ciudad y arquitectura. Un espacio para la exposición al aire libre, desde donde se podrán percibir algunos de los elementos expuestos en el interior de la pieza del lucernario. Se produce una especie de disolución de los confines entre arquitectura y ciudad muy interesante.
Liturgia
-¿Qué idea resaltaría de las que ha utilizado para su construcción?
-Me gusta que el edificio penetre en el interior del subsuelo, que descienda como en busca de toda esa riqueza que nos devolvió el mar. No es un museo marítimo cualquiera, sino muy singular. Propone una especie de viaje iniciático, de liturgia de descendimiento a nuestra historia.
-Usted critica duramente la arquitectura que rinde una sumisión casi sin condiciones a la cultura del espectáculo y del entretenimiento. ¿Qué impresión busca provocar con este edificio?
-Este edificio es todo lo contrario a esa idea de la arquitectura basada fundamentalmente en la búsqueda del espectáculo, que es una arquitectura que, de alguna forma, persigue la notoriedad a toda costa. Creo que la arquitectura tiene que tener capacidad de caracterizar el lugar, pero sin subordinarse a él. Es una arquitectura que pertenece a ese lugar, que se enraíza en él, pero que mira a otros mundos. No es sólo una arquitectura que pertenece a Cartagena; es una arquitectura que pertenece a Cartagena -por ejemplo: se ha utilizado un hormigón coloreado al modo de la arquitectura de la tierra-, pero que tiene un valor universal.
Territorio mágico
-¿Cómo cree que afectará la existencia del Museo a Cartagena?
-Este edificio, junto al Auditorio que se está construyendo al lado, va a permitir poner en valor un espacio privilegiado: el borde marítimo, donde la ciudad acaba y empieza el mundo; un territorio mágico. Desde mi punto de vista, en el caso de Cartagena, se ha edificado quizá de forma un poco excesiva (el espacio del Muelle de Alfonso XII). La presencia de estos dos edificios va a contribuir a vitalizar la cornisa marítima. Y la propia ciudad irá acomodándose a estos nuevos hábitos de disfrute de este espacio.
-¿Cree que su obra sorprenderá?
-No busco tanto la sorpresa como la emoción. Creo que el recorrido interior del Museo será muy atractivo para el visitante. Este proyecto fue expuesto en el MOMA de Nueva York y la verdad es que interesó bastante.
-Ser uno de los arquitectos más importantes del país, ¿de qué le pone a usted a salvo?
-De nada, creo. Me la juego en cada proyecto, que es distinto al anterior. En cada proyecto hay una investigación muy intensa. Y mi exigencia es extrema.
-¿Le gusta el mundo en el que vive?
-Sí, claro.
-¿Se siente cómodo en él?
-Relativamente. Me he encargado de construirme un paisaje de resistencia, desde donde veo el mundo moverse a una gran velocidad; y me gusta observar el mundo moverse a esta velocidad, pero protegido. No se puede estar sometido a los caprichos de las modas. Hay que estar bien anclado, pero con la mirada siempre muy atenta a todo lo que pasa.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La sede del Reina Sofía estará lista a finales del próximo año
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.