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PEDRO SOLER
Domingo, 2 de diciembre 2007, 17:49
La noticia, pese a que era esperada desde pocos días atrás, llegó a hacerse penosa realidad ayer mañana: el pintor Manuel Muñoz Barberán fallecía en su domicilio de Sangonera la Seca (Murcia), después de vivir cerca de tres años prácticamente alejado de los ambientes artísticos, y sin poder alternar con los muchos amigos que siempre ha tenido. Su muerte fue un auténtico impacto de pena y sentimiento. Con él se va uno de los pintores más valiosos y conocidos que ha dado la Región a lo largo del siglo XX.
A los pocos minutos del fallecimiento del pintor, uno de sus hijos, José Muñoz Clares, informó a este periódico de la muerte y de la situación vivida por su padre a lo largo de los últimos días, en los que su estado de salud entró en una fase totalmente descendente y ya irrecuperable. «Desde el domingo pasado -afirmó- la salud de mi padre alcanzó una situación de gravedad, que fue calificada de crisis final. La doctora Carmen Antúnez lo ha visitado cada día, desde el pasado domingo. Se ha portado con nosotros y, especialmente, con él, como un miembro más de la familia. Ella nos dijo que había que retirarle todo tipo de medicinas, la del cáncer de próstata y la del alzhéimer, porque su salud ya se encontraba en fase final, totalmente irrecuperable». «Mi madre, apoyada por sus nueve hijos, tomó la decisión de que, por supuesto, no se le ingresaría en un hospital, para que no se produjese una de esas situaciones en la que se pretende mantener una vida que ya no va a ninguna parte. Lo hemos estado cuidando aquí, en su casa, entre mi madre y los nueve hermanos, hasta esta misma mañana, cuando ha muerto. Hemos estado turnándonos con mi madre. y falleció junto a ella y una de mis hermanas. Ha muerto de alzhéimer, después de haber estado sufriendo esta enfermedad durante casi tres años».
Lentamente
Si desde hacía tiempo el pintor era incapaz de reconocer a los familiares y amigos que lo visitaban o llamaban por teléfono, en los últimos días, el proceso degenerativo aumentó de modo casi absoluto, y desde entonces comenzó a difundirse el rumor en torno al grave estado en que se encontraba la salud de Muñoz Barberán. Su hijo José añadía a sus anteriores declaraciones: «Últimamente, ni siquiera se comunicaba con nosotros. No nos reconocía para nada. Estaba aislado totalmente. Siempre hemos procurado estar serenos, y puedo decirte que, pese a todo, hemos vivido estos días con una enorme tranquilidad, con muchísima paz. Sin tener médicos alrededor, ni tubos, ni historias...».
Pese a esa ausencia casi definitiva y la fase terminal que atravesaba su vida, parece que Muñoz Barberán no había olvidado su constante entrega como pintor. Por eso, añade José Muñoz Clares, «en las elucubraciones que tenía, como queriendo decir algo, movía la mano derecha como si estuviera pintando. Se ha muerto pensando en la pintura. Mi madre estaba a su lado, deshecha, después de unos días tan duros y tristes, pero en los que también ha demostrado la gran entereza que siempre ha tenido».
Muñoz Barberán se encontraba enfermo, efectivamente, desde hace años, afectado, como su hijo afirma, de cáncer de próstata y de alzhéimer. Estos eran los graves motivos de que se hubiese ausentado totalmente de los ambientes artísticos y del trato con los amigos, algo que siempre a él le ha gustado mantener y fomentar.
Cuando se inició su enfermedad, Muñoz Barberán siguió con su pintura, pero acabó con las exposiciones. Una de sus últimas obras conocidas públicamente es sin duda el cartel anunciador de la Feria de Septiembre de 2006.
Sabedores de la situación que estaba atravesando desde tiempo atrás el pintor, eran muchas las personas que, desde que se inició el rápido proceso degenerativo de su enfermedad, temían el fatal desenlace. La noticia de su muerte se había convertido, pues, en un anuncio impaciente y desgraciadamente esperado. Raro era hablar con personas relacionadas con el mundo del arte o de la cultura en general, que no mostrase su inquietud ante el desenlace. Ayer tarde, el cadáver de Muñoz Barberán fue trasladado al tanatorio de Jesús, por donde desfilaron numerosos amigos, y, también,profesores universitarios, compañeros académicos y personas relacionadas con el mundo de la política y de la cultura.
A la once de esta mañana, se oficiará una misa, y, a continuación, su cadáver será trasladado a la Colegiata de San Patricio en Lorca, donde se rezará un responso. Recibirá sepultura en el cementerio lorquino de San Clemente.
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