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DANIEL VIDAL
Domingo, 7 de octubre 2007, 02:39
Platero segundo era también un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no llevaba huesos. Exactamente igual que el de Juan Ramón Jiménez, y de ahí su nombre. Pero este borrico pudo presumir -mientras vivió- de que su imagen representó la solidaridad no sólo de los murcianos, sino de todos los españoles y europeos que pusieron su granito de arena para que la catástrofe que provocó la riada del Turia en 1957 pasara a la historia como el día en el que toda España fue Valencia. El día en el que Murcia forjó para siempre una unión fraternal con la tierra de las flores.
Este burro fue el elemento más popular de la subasta que organizó Radio Juventud de Murcia para ayudar a los damnificados por una riada que sólo dejó en pie la Catedral de Valencia y que provocó 81 muertos, decenas de desaparecidos y cuantiosos daños materiales. La iniciativa partió de un intrépido reportero de la época, Adolfo Fernández, que nunca pudo imaginar hasta dónde llegarían las ondas que, sin ningún tipo de cortapisas desde el régimen de Franco, clamaban ayuda de los ciudadanos de a pie, que regalaban alguna pertenencia o realizaban donaciones. Con los objetos recolectados y para aliviar el dolor que afligía a todos los valencianos, Radio Juventud de Murcia puso en marcha La gran subasta. Uno de esos bienes materiales era Platero segundo, propiedad de un gitano apodado Forraje que se lo vendió al dueño de la Taberna de Luis por 325 pesetas. Éste lo donó a La gran subasta, donde alcanzó el meteórico precio de 320.000 pesetas pagadas por Industrias Bernal. Platero segundo apareció en todas las portadas de los diarios de la época, alcanzado en sólo un mes una fama mundial.
Sin embargo, las más de 6.000 llamadas diarias que se recibían en el estudio de Radio Juventud pujaban también por artículos absolutamente impensables, como el anillo del arzobispo de Valencia (que causó conmoción en la época) o un mantón de la Virgen del Pilar (por lo que tuvieron que intervenir los gobernadores de Zaragoza y Murcia, dado que la puja era interminable). Sendos artículos fueron adjudicados por un millón de pesetas de las de 1957. Al estudio también llegaron como donaciones ejemplares de dromedario, papagayos, monos y loros, convirtiendo Radio Juventud en un verdadero zoológico y siguiendo la estela del ya mítico Platero segundo. El fútbol también estuvo presente enlas botas de Telmo Zarra o en el balón con el que se inauguró el Camp Nou. Las cantidades recibidas de lo subastado se ingresaban diariamente en la suscripción oficial que puso en marcha el Gobierno de Franco, y la avalancha diaria de los donativos que se anunciaban se canalizaban hacia las cuentas abiertas por los Gobiernos Civiles de toda España. Esas donaciones llegaban incluso desde América, donde el programa se emitía con dos días de diferencia. La lista de artistas que participaron en la promoción del programa es amplia, pero todos ellos estaban encabezados por Carmen Sevilla que, en pleno auge de su carrera, se convirtió en la madrina de La gran subasta, junto a Adolfo Fernández y Platero segundo.
Con semejante iniciativa, secundada por todos los españoles, el hermanamiento entre Murcia y Valencia se grabó para siempre en letras de oro. Cincuenta años después, el Ateneo Mercantil de Valencia conmemora el aniversario de una fecha tan triste, pero también tan entrañable. El día en el que, desde una pequeña buhardilla, se llegó a todo el mundo para aplacar el dolor de una ciudad entera. Un mes en el que España fue Valencia y en el que los murcianos se crearon la merecida fama de solidarios. Ya lo dijo en su día, y en pleno programa, la entonces muchacha del régimen, Carmen Sevilla: «Merece la pena haber nacido sólo para haber visto esto».
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