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Goleada balsámica para el Real Murcia (1-4)
Real Murcia

Goleada balsámica para el Real Murcia (1-4)

El brasileño acaba con más de 200 minutos de sequía y devuelve el sosiego al equipo, que jugó con dos más desde el minuto 32

CÉSAR GARCÍA GRANERO

Lunes, 1 de octubre 2007, 14:21

El Murcia recuperó en Valladolid lo que Emery se quedó en Murcia. Lo hizo tras media hora de zozobra, contra un rival diezmado por dos expulsiones y gracias al oportunismo de Baiano, que había salido del banquillo picado por si su suplencia no era cosa de rotaciones y sí de baja forma. El gol del brasileño deshizo media hora de inquietud y quebrantó las ilusiones de un rival que había logrado la hazaña de empatar con nueve pero no estaba para otra heroicidad. Sin oxígeno, sólo tenía redaños; ya estaba condenado.

El Murcia se vio entonces con el campo libre. El martilleo final le sirvió para golear, pero eso es lo de menos. Más importante fue que encontrara al fin a sus atacantes. Hasta ayer no habían tenido el privilegio de todo delantero desde que el fútbol es fútbol: correr menos que los demás y encima llevarse los honores. Así, habían acabado por parecerse a sus defensas. Fue al final que pudieron al fin soltarse el pelo en un panorama soñado: con el rival sin fuerzas, no había marcas. Iván Alonso, de falta, y Abel, con una vaselina memorable, zanjaron un partido que el Murcia tendría que haber resuelto mucho antes.

Era el rival de ayer otro equipo a lo Emery, joven, de un presupuesto justo para no morir de hambre, bien avenido con la pelota y con un cartel bien ganado gracias a su partido ante el Madrid. Es lo que tiene enfrentarse a los grandes, que un buen encuentro te da fama para tres o cuatro después.

Aguacero

Bajo la lluvia y con Baiano en el banquillo, el Murcia se encontró de repente con un partido confortable, expulsados Cifuentes y Butelle, roja al parar a Richi cuando se iba solo, en una primera parte en la que generó más ocasiones que en los cinco partidos que traía de atrás. Sólo aprovechó una cuando De Lucas remataba un pase de Iván Alonso. El gol era el primero del Murcia fuera esta temporada y acababa con más de 200 minutos de sequía, una marca que pesaba como un rinoceronte encima. El analgésico del tanto sirvió para soltar lastre. El Murcia se quitó entonces la ansiedad pero, acostumbrado a sufrir, no supo aniquilar. Goitom perdonó la vida al Valladolid dos veces, y también lo hicieron Peña e Iván Alonso. Se fue el Valladolid al descanso moribundo pero con un átomo de esperanza encima y por ahí empezaron los problemas de este Murcia, al que le cuesta horrores refrenar la pelota en el centro, domesticarla y hacerla suya.

Llorente empataba nada más empezar la segunda parte. Había sitio para la zozobra. Sobre todo porque al Murcia le faltaba control y le sobraba inquietud. Se le subía a la parra un rival con nueve. Alcaraz se dio cuenta del peligro y miró al banquillo. No era cuestión de fuerza, sino de maña. Era la hora de Abel y Baiano. El brasileño no pone nunca el cuentakilómetros a cien, nadie le va a multar, pero hoy por hoy fabrica lo que Goitom no hace.

El sueco fue el único ayer que se fue más ansioso de lo que llegó. Necesita el gol como el comer. No falló contra el Almería porque aquel partido no contó, pero sí hizo aguas ayer. Goitom tuvo las ocasiones que todo delantero quiere antes de empezar, dos mano a mano con el portero, pero no definió con solvencia y se fue al banquillo desesperado para que saltara Baiano.

Fue el brasileño el que desatascó al Murcia al empujar en el área pequeña un pase de Abel. Tocaba nadar a favor de la corriente. Marcó después Iván Alonso, de falta, pero tardó el árbitro en conceder el gol porque la pelota entró en la portería y salió por debajo de la red. Abel, de vaselina, remataba la fiesta del Murcia. Los grana se van de Valladolid con una victoria que no lograban fuera en casi veinte años y recibirán al Betis más livianos. Se han quitado un peso de encima.

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