Un paraíso silencioso

Si le acosan los acreedores, si le persigue la mafia rusa, si no soporta ni un minuto más a su cuñado... tranquilo: hay un lugar en las Sierras de Moratalla en el que no le va a encontrar nadie.

Ese paraje perdido y liberado de ruidos molestos es Rincón de los Huertos, un topónimo que describe con sencillez y fidelidad implacable este enclave de la pedanía moratallera de Benizar. Porque eso es Rincón de los Huertos: un valle diminuto por el que corre un arroyo y en el que cultivan primorosamente un par de bancales sus escasos vecinos -sobran dedos en las dos manos para contarlos-.

Uno llega a este espacio en el que el tiempo parece haberse ido de vacaciones, se baja del coche e inmediatamente gana un par de meses de vida. Puede ser el aire, el agua fresca, el aplastante silencio que sólo rompe el canto del cuco...

La carretera que conduce hasta este milagro es aceptable, aunque hay que tener cuidado con una curva cerrada a apenas 500 metros de las primeras casas.

El paisaje nos va anticipando la calma que vamos a encontrar en Rincón de los Huertos: una balsa de agua verdosa, cultivos de plantas aromáticas, un aprisco para el ganado construido con enormes bloques de piedra...

¡Y la curva, ojo con la curva!

El corral que aprovecha la sombra de una encina centenaria, un abrevadero y varias casas en ruinas completan la estampa de este sitio perdido, donde ahora también es posible pasar un fin de semana gracias a la apertura de un par de casas rurales.

Un gato bien alimentado es el encargado de dar la bienvenida a la aldea. Le mirará confiado y seguirá a lo suyo: a vivir en la gloria, como sólo es posible en Rincón de los Huertos.