Un baño entre gaviotas

Una excursión agridulce para este caluroso fin de semana: apenas un kilómetro a pie por la costa de Águilas para conquistar la isla del Fraile sin necesidad de mojarnos el pelo partiendo desde la ahora tristemente célebre urbanización del Hornillo (un lugar bonito hace unos años que han convertido en un horror y en un monumento al mal gusto y la codicia).

La excursión comienza en la playa del Hornillo, junto al espléndido embarcadero construido a finales del siglo XIX por The Great Southern of Spain Railway Company Limited para embarcar el mineral procedente de la sierra almeriense de Los Filabres. Tenemos que caminar a lo largo de la playa y, cuando termina la arena, continuar sobre las rocas bordeando la montaña.

El sendero es divertido y sorprendente: tanto que unas veces nos obligará a mojarnos los pies, otras nos conducirá a media ladera e incluso nos hará atravesar la montaña por un estrecho túnel (que yo no recomiendo; mejor seguir por la orilla, aunque nos mojemos).

En menos de media hora estaremos en la solitaria playa Amarilla, que ofrece sin duda uno de los mejores chapuzones que podemos darnos en la Región y desde donde podremos cruzar hasta la isla sin que el mar nos cubra si la marea está baja y trazamos adecuadamente desde el istmo de la cala.

Si lo hemos hecho bien, pisaremos los guijarros de la pequeña playa de la isla en menos de diez minutos, y lo normal es que en ese momento seamos los únicos señores de este islote de 6,5 hectáreas, uno de los más importantes criaderos de gaviotas del Mediterráneo.

Los fondos que rodean la isla son magníficos, un lujo para los aficionados al buceo (pulpos, morenas, barracudas de pequeño tamaño y el cada vez más escaso mero).

Rebobino: ¿que por qué es agridulce esta excursión? Pues por el brutal impacto ambiental y paisajístico de la urbanización del Hornillo y del Resort Isla del Fraile, que nos obligan a bañarnos de espaldas a la montaña para no morirnos de pena.