Asomados al Roldán

Uno de los lujos de vivir en Cartagena es que el monte es tan accesible como la playa. Por eso el Roldán, que vigila la ciudad desde sus 485 metros de altura, es un escenario natural que utilizan a diario senderistas, corredores de fondo y ciclistas de montaña.

La excursión, con salida y llegada en el parque de Tentegorra, asciende por la ladera oeste del pequeño macizo, lo bordea después de cara al mar y sube hasta la batería militar abandonada que corona su cumbre. Algo así como 11 kilómetros, ida y vuelta, que podemos completar en 3 o 4 horas.

El primer tramo del recorrido asciende de forma suave entre pinos, palmitos y algarrobos. La floración es espectacular en estos primeros días de la primavera -¡atención, alérgicos!-, así como la fragancia que reparten en el ambiente las plantas aromáticas.

El camino, ancho y cómodo, lo encontraremos después roto por el efecto de las escorrentías, aunque siempre podremos andar sobre él cómodamente, y en todo momento con el Roldán a la vista.

La pista termina en una finca particular, así que tenemos que buscar una senda que pasa junto a una caseta de aperos y que nos lleva en apenas un kilómetro hasta el mirador del Roldán, a unos 300 metros de altura sobre el nivel del mar. Merece la pena descansar en este punto durante unos minutos para disfrutar de un panorama soberbio: a la derecha, Cabo Tiñoso, y a la izquierda la pequeña Isla de las Palomas.

Después de relajarnos con las vistas tendremos que tomar una decisión: afrontar la cumbre directamente -el camino más corto-, o bien descender por la senda para rodear la montaña y llegar a la fortaleza por la cara este. Ésta es la opción más recomendable, y la senda que arranca en el mirador podemos utilizarla para la bajada.

En la batería militar nos encontraremos elementos arquitectónicos bellísimos en un entorno de vegetación exuberante y, sin embargo, en un estado de abandono lamentable.