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C. García
Viernes, 14 de octubre 2016, 11:04
Cuando ayer por la mañana se despertaron en Guadalix no imaginarían que la vida en Gran Hermano cambiaría tanto al acabar el día. La gala de anoche fue crucial y determinante como para decir que la convivencia va a cambiar y mucho la próxima semana. Una nueva expulsada, nuevos miembros en el Club y una pareja nueva aislada para poner el solfa sus sentimientos.
Para quitar hierro a lo que se avecinaba, la gala de Gran Hermano comenzaba con la visita de David Bisbal a la casa. Esta vez, los concursantes no tenían que estar congelados, por lo que pudieron besar y abrazar al cantante almenriense. Adara quedó encantada con la visita, «me muero, me muero», repetía la chica. Pero después, llegaría la expulsión.
Con Bárbara, Adara y Montse en la sala de expulsión, Jorge Javier anunció que la audiencia había decidido que fuese la granjera la cuarta expulsada de Gran Hermano 17. Ella no tenía caja que la salvara, se la dio a Bea y le sirvió para volver a la casa la semana anterior.
Y el juego de Gran Hermano comenzó con la salida de Montse. La audiencia ya estaba votando largo rato decidiendo los nuevos miembros del Club. Miguel, Pol y Rodri iban a ser expulsados y la sala de los privilegios tendría nuevos miembros elegidos por la audiencia (o el concursante número 17, como le llaman). Así, se decidió que Adara, Bea y Bárbara fueran las nuevas privilegiadas de la casa de Gran Hermano. Antes, pasarían un duro trago, al ser llamadas a la sala de expulsión una por una y ponerlas contra las cuerdas, pensando que una sería la expulsada.
«Nocilla, nocilla», «decoloración, decoloración», Bárbara, Adara y Bea tenían muy claro que su nuevo puesto aventajado en Gran Hermano les iba a servir para crear nuevas normas en el juego. Bárbara llegó como una guerrera al Club y declaró la guerra a Fernando y su pandilla. Primero de todo, las nuevas habitantes del Club decidieron que el rubio iba a estar vetado para nominar anoche.
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