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Más millones que neuronas
GENTE

Más millones que neuronas

ARANTZA FURUNDARENA

Jueves, 28 de julio 2016, 01:42

Neymar quiere que los periodistas le miren a la cara mientras contesta sus preguntas. No se da cuenta de que algunos informadores tomamos notas al tiempo que el entrevistado responde. ¿Para qué están las grabadoras?, se preguntará Neymar. Y, sí, existen las grabadoras, pero a veces el redactor no tiene tiempo material para transcribir las declaraciones del entrevistado, así que las recoge por escrito (a toda velocidad y con letra indescifrable para los demás y a veces hasta para él mismo), porque esa suele ser la manera más rápida de enviar la crónica a tiempo.

A Neymar quizás habría que darle '75 consejos para sobrevivir a la prensa deportiva'. Pero ese libro me temo que todavía no lo ha escrito nadie... O de haberse publicado, sería aún más bestia que el de María Frisa sobre la escuela y ya lo habrían mandado retirar. Primer consejo: no te cabrees jamás en la sala de prensa. Segundo: no entres al trapo. Tercero: echa balones fuera. Cuarto: antes de responder a lo Mourinho '¿Por qué, por qué, por qué?', mejor dribla la pregunta entonando un 'Quizás, quizás, quizás». Y quinto y más importante: no pierdas nunca la sonrisa ni la deportividad.

El delantero brasileño casi consiguió no perder la sonrisa durante una rueda de prensa celebrada el martes en su país dentro del marco de los Juegos Olímpicos de Río, pero se le notaba el mal rollo a la legua. La pregunta que le incomodó vino de un periodista también brasileño y fue esta: «¿Cuál es tu compromiso con nuestra selección si es que tienes algún compromiso con ella?». Fue escuchar eso y a Neymar da Silva Santos Junior se le vino a la cabeza su última fiesta en Las Vegas y se le puso mirada de querer azotar al informador hasta hacerlo sangrar... (como diría Pablo Iglesias en su versión más impresentable y sádica). «Siento decírtelo pero creo que ha habido maldad en tu pregunta», replicó. «Mírame a la cara», prosiguió, quizá por no decirle aquello de 'esto vas y me lo repites en la calle'. Luego quiso suavizarlo: «Mírame pero sin enfadarnos, como amigos». Y entonces comenzó a justificar sus juergas.

De la boca del jugador que dio lugar a uno de los fichajes más caros de la historia del fútbol (57 millones de euros según el Barça, 94 según la fiscalía) salieron perlas como que él con su vida privada hace lo que quiere. Que luego en el campo siempre se entrega pero que también puede fallar, «porque soy un ser humano de 24 años con poca experiencia». Tal vez tendría que haberle aclarado el susodicho periodista que en otras profesiones a los trabajadores de 24 años con poca experiencia se les llama becarios o chicos de prácticas y no se sabe de ninguno que cobre casi un millón de euros al mes. Más bien muchos de ellos ni cobran...

Pero el que siguió preguntando fue el delantero: «¿Por qué no puedo salir de fiesta?» «¿Qué harías tú con 24 años si ganaras todo lo que yo gano y tuvieras todo lo que tengo?» La pregunta contraria sería: ¿Qué harías tú, Neymar, si fueras un chaval de 24 años con talento (para algo que no sea el fútbol) y que tras sacrificarte estudiando dos carreras y un máster tu única salida fuera dejarte explotar como pinche en una apestosa cocina de Londres? La respuesta nunca la conoceremos. Sí sabemos que cuando se tienen más millones que años a la gente le da por dilapidarlos en salir compulsivamente de juerga, tatuarse de cuerpo entero, teñirse de rubio platino (Messi), alquilar tremendos yates para hacer el gamba con los colegas (Cristiano) o celebrar enloquecidas 'pool parties' en Las Vegas, mientras tu selección pierde la Copa América, como ha hecho Neymar. ¿Pero qué haríamos nosotros si tuviéramos 24 años... y más millones que neuronas?

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