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Nettie Stevens, la dueña de un Nobel que se llevó otro

Nettie Stevens, la dueña de un Nobel que se llevó otro

La científica estadounidense es homenajeada en el doodle de Google por el 155º aniversario de su nacimiento

C. García

Jueves, 7 de julio 2016, 09:54

En una época en la que los roles de género jugaban un papel de lo más desigual e injusto para la mujer, nació Nettie Stevens. Esta científica norteamericana logró un hito en la embriología y la citogenética: identificar los cromosomas que diferencias a los hombres de las mujeres.

Nettie Stevens nació tal día como hoy de 1891. Como niña, tenía la historia de su vida escrita, pero ella merecía algo más que un marido y la condena de por vida a ser "esposa de". A los 35 años, Nettie Stevens consiguió entrar en la Universidad de Stanford y se licenció en maestría. Prosiguió sus estudios con un doctorado y allí, comenzó su amor por la ciencia.

Nettie Stevens trabajó en el equipo del científico Thomas Hunt Morgan. Sus compañeros siempre destacaron de ella su increíble independencia en el trabajo. Ella sola consiguió hacer grandes revelaciones y descubrimientos en el mundo de la genética. Nettie Stevens descubrió el cromosoma Y presente en varios insectos y después, se dio cuenta de que esa era la única diferencia apreciable (genéticamente) entre los sexos femenino y masculino.

En sus estudios sobre ese campo, está su gran aportación a la ciencia. Nettie Stevens fue la que identificó esos cromosomas X e Y para diferencias a hombres y mujeres. Descubrió que algunos espermatozoides más pequeños tenían el cromosoma Y y que los óvulos femeninos tenían el cromosoma X. Cuando uno de los espermatozoides con cromosoma Y fecundaba un óvulo, el embrión daría como resultado un varón. Obviamente, también hay un gran número de espermatozoides con el cromosoma X, que curiosamente son más grandes; estos serían los que darían como resultado un embrión femenino.

Por desgracia para Nettie Stevens, nació en una sociedad en la que los roles de esos géneros que ella había logrado identificar en su etapa más primaria eran muy diferentes. Para muchos científicos, Nettie Stevens estaba en el lugar equivocado. Sus investigaciones le valieron un premio Nobel, pero no para ella, sino para su profesor de equipo, Thomas Hunt Morgan.

Por suerte para Nettie Stevens, el paso de los años le dieron la razón y se valoró su aportación a la citogenética. Murió joven, víctima de un cáncer de mama a los 51 años. No se casó, no tuvo hijos, Nettie Stevens fue toda una rebelde de los roles de la época. Tras su muerte, siguió recibiendo homenajes y reconocimientos, el último le llega en forma de doodle de Google. Ahora todos la conocen.

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