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Todo comenzó cuando Marta Armingol (La Cartuja de Monegros, Huesca, 1982) le contó a Laureano Debat (Lobería, Argentina, 1981) que ese año se celebraba el ... 50 aniversario de su pueblo. «Laureano no tenía ni idea de qué eran estos pueblos», cuenta Armingol en referencia a los 300 pueblos de colonización que nacieron durante el franquismo. En 1939 se creó el Instituto Nacional de Colonización (INC) con el objetivo de mejorar la situación económica y social de la agricultura española. Para ello, se construyeron nuevos pueblos y se invitó a las familias a trasladarse con la prosperidad como promesa. En concreto «cincuenta y cinco mil familias españolas dejaron su hogar atrás para instalarse en casas de pueblos recién construidos. Aquellos asentamientos levantados junto a páramos, desiertos y ciénagas recibieron el nombre de pueblos de colonización. Eran una pieza fundamental del plan del régimen de Franco para poblar las zonas rurales vacías y hacer de sus tierras yermas campos productivos», explican los autores en la sinopsis de 'Colonización. Historias de los pueblos sin historia' (I Premio La Caja Books, 2024), una crónica literaria fruto de un trabajo de investigación a cuatro manos sobre estas poblaciones que se presenta hoy, a las 12.00 horas, en la librería circular Libros Traperos de Murcia.
–¿Cuándo comienzan este proyecto de investigación y cuánto tiempo han invertido en él?
–Marta Armingol: Nos pusimos a investigar lo que había publicado acerca de estos pueblos y nos dimos cuenta que no existía un libro que abordara el fenómeno a nivel nacional. No había una crónica literaria como esta que aprovechara los viajes y el movimiento por el territorio para explicar este fenómeno.
–Laureano Debat: Empezamos en 2020 y como nos pilló la pandemia y no se podía viajar, comenzamos leyendo. El proyecto nos llevó tres años entre investigación y viajes por más de 100 pueblos de los 300 que hay en España. Nos hubiera gustado ir a más, pero era prácticamente imposible.
–¿Visitaron La Estacada, el único pueblo de colonización de la Región de Murcia (actualmente absorbido por Jumilla)?
–L. D.: Sí, estuvimos una tarde. Pasamos el mismo día por tres provincias diferentes: Albacete, Alicante y Murcia. La Estacada es una construcción de José Luis Fernández del Amo [uno de los destacados arquitectos del proyecto].
–Marta, ¿qué es lo que más le ha sorprendido al conocer otros pueblos?
–M. A.: Todo este proceso de la gente que llegó a un pueblo nuevo, que tuvo que hacer una comunidad desde cero y la dureza de las condiciones de arranque es un relato que me ha acompañado durante toda mi vida, porque mis abuelos y mis padres son piezas muy fundamentales para el desarrollo de estos pueblos. Por un lado, he ido encontrando historias similares y lo que más me ha sorprendido es la riqueza arquitectónica y la diversidad que hay dentro de estos pueblos, especialmente en las iglesias, donde trabajaron artistas rojos. Por otro lado, cada territorio tiene sus características peculiares, pero es verdad que hay un denominador común o historias de partida que son muy similares en todos los pueblos.
–¿Cómo se explica que artistas contrarios al régimen desarrollaran sus obras en estos lugares?
–M. A.: La pieza fundamental de esto es José Luis Fernández del Amo, uno de los arquitectos más importantes junto a Alejandro de la Sota y José Borobio. Fernández del Amo es quien introduce a estos artistas dentro de las iglesias.
–L. D.: Él era tipo muy franquista, muy católico, pero a su vez es el primer director del Museo de Arte Contemporáneo, que actualmente es el Reina Sofía, y era muy respetado por las generaciones más jóvenes de artistas como Pablo Serrano, Juana Francés y Manuel Millares, todos los integrantes del grupo El Paso, y después, los del Grupo Pórtico de Zaragoza. Pertenecían a una generación menor a él, pero eran los mejores artistas del momento. El tenía una sensibilidad estética bastante acentuada y tuvo cierta libertad para convocar a artistas para crear obras en sus iglesias. A los artistas les convenía porque podían trabajar. A veces hacían obras que no firmaban, o bien porque eran ateos o bien para evitar una posible persecución del régimen. Pero ahí están, obras de arte maravillosas. El régimen o no se dio cuenta, o no lo pensó lo suficiente.
–A estos pueblos acuden familias a las que se les convence con la promesa de un futuro mejor.
–L. D.: En la España de la Posguerra había mucha hambre. Franco retomó un plan que ya existía. Había habido muchos intentos de hacer este proyecto. El primer antecedente concreto es Joaquín Costa y el plan de regadíos, que no llegó a verse implementado. La República lo intenta también, pero viene el golpe de Estado y empieza la guerra, así que no puede hacer casi nada de lo que pretende. Franco toma lo que había, lo hace pasar como propio y lo ejecuta de manera decidida. Se junta gente común, pobre, con mucha necesidad.
–En 'Colonización' se encuentran testimonios que relatan las penurias y otros que muestran su agradecimiento al proyecto. ¿Cuál es su conclusión?
–M. A.: Ese capítulo está estructurado con las voces en primera persona y con los testimonios extraídos literalmente porque hay muchos puntos de vista. Es un tema muy complejo y creo que no somos nosotros quienes tenemos que decir quién tiene que dar esas respuestas, sino que el propio lector debe sacar sus propias conclusiones.
–L. D.: Hay gente que habla de todo el control que hubo, de todo el sacrificio que significó, y gente que tiene una visión más nostálgica y más defensora de Franco. Y entre esos dos puntos, muchos más matices intermedios.
–Dedican un capítulo al papel de la mujer en estos pueblos. ¿Cuál fue su rol?
–M. A.: Para llegar a un pueblo de colonización, la familia había cumplido una serie de requisitos. A los colonos, que eran los hombres, era a quienes el régimen les daba la oportunidad de realizar la colonización. Tenían que tener familia, una moralidad impecable, no haber estado vinculados en política, no tener delitos de sangre y tener esposa e hijos. Las mujeres fueron fundamentales para sacar adelante estos pueblos. Ellas no solo trabajaron en casa, en el ámbito de los cuidados, sino que además fueron las ganaderas que cuidaban a los animales. Es destacable además el papel que la Sección Femenina tiene aquí. Es curioso cómo una organización que 'a priori' es tan urbanita va también a los pueblos. Había dos edificios gemelos, uno para las JONS y otros para la Sección Femenina. En uno había libros de aventuras y en otro revistas sobre el cuidado del hogar. La Sección Femenina marcaba las pautas de la mujer sumisa, subordinada al marido. Nosotros rescatamos en el libro a las mujeres que pudieron salirse del camino que marcaba el franquismo.
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