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ALBERTO REQUENA
Lunes, 19 de septiembre 2016, 23:50
Cada una de las cañerías construidas de tubos de barro, que conducían el agua, se denomina atanor. Es un arabismo. Su etimología es, en el árabe hispánico, attannúr y este proviene del árabe clásico tannúr, 'artajea', 'brocal' y este, a su vez, proviene del arameo, tannürù y este, a su vez, del acadio tinùru. Podríamos hacerlo proceder del griego 'thanatos', con la partícula previa, a, para indicar negación y, por tanto, 'no muerte', o en la esfera trascendente, 'resurrección' o incluso, 'vida eterna'. Su poderoso alcance, asociado al significado que el agua ha tenido para la Humanidad en todo tiempo y lugar, le hizo que, en la esfera alquimista, se adoptara para designar al horno filosofal. Su papel, en este caso, era transmitir el calor para que tuviera lugar la 'digestión' alquímica y se diseñaba especialmente para que el suministro de calor fuera constante y a una temperatura uniforme. Era, pues, una herramienta alquímica básica. No era cualquier horno. Dado que su empleo, en muchos casos, consistía en lograr calcinar algún material, por tanto, se trataba de un horno de fusión y su uso requería de contenedores capaces de resistir altas temperaturas. Al estar incardinado con la Alquimia, no se trataba solamente de un uso solo como una técnica espiritual, sino de un instrumento para trabajo sobre ciertos minerales con los que se realizaban operaciones físicas y químicas concretas.
Recordemos que uno de los principios de la Alquimia es la denominada «ley de correspondencia», según la cual, todo lo que está arriba es igual que lo que está abajo. Es decir, hay una simetría entre dos órdenes diferentes de la realidad: macrocosmos y microcosmos. De esta concepción no escapan el propio alquimista y su obra. El alquimista trata de reproducir su propio cuerpo empleando minerales o tomándolos como símbolo. Así, cuando refiere una 'sal', además de ser un concepto mineral, también se refiere al cuerpo físico del alquimista o cuando habla de 'azufre', no solo se refiere al elemento no metálico de igual nombre, sino que también se refiere a su propia alma y cuando refiere el 'mercurio', también lo hace a su propio espíritu. Cuando refiere al 'Sol', también se refiere a su propio corazón y cuando lo hace con el 'fuego', incluye su propia sangre. De forma paralela, con la denominación de los procesos, acontece algo parecido. Así, cuando habla de 'separar', además de a la separación física de dos elementos minerales o la obtención por separado de mineral y ganga, también está aludiendo a la separación entre cuerpo y espíritu.
El Atanor es, pues, en la esfera de la Alquimia, una herramienta de búsqueda. A través del aire que se insufla, se obtiene una temperatura mayor o menor; proceso, también equivalente en el ser humano, por cuanto hay una correspondencia entre la temperatura del horno y la del cuerpo. El yoga propone que en la base de la columna vertebral hay una serpiente enroscada que es preciso despertar para que ascienda por la columna vertebral, lo que se consigue mediante el control de la respiración. La correspondencia es el fuego que se aplica por la parte de abajo del atanor, donde arde y se asimila a la respiración, ya que los pulmones actúan como un fuelle en la entrada y salida del aire. Inevitablemente, el atanor es un instrumento personalizado, como deja patente el famoso 'Mutus Liber', que sitúa al alquimista frente al atanor en una postura que pudiera parecer de yoga, insertado en su laboratorio. 'Lab' procede del hebreo y significa corazón, dejando oratorio aparte, para indicar el lugar donde se realiza la oración, en el corazón.
Esta sección, denominada Atanor, pretende ser la conducción, tubo, cañería, conducto, tubería, por la cual se verterán aspectos de la ciencia y la tecnología que nos parecerán relevantes por el reflejo que tienen para la Humanidad. Hechos, reflexiones, consideraciones, aspectos destacables. En fin, todo aquello que forma parte de la esfera de cosas que queremos conocer, pretendemos saber y que no está bien que formen parte de la ignorancia. En el Atanor se forjarán esas implicaciones que harán que Atanor sea de interés, por lo mucho que nos toca.
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